El Sevilla ha solventado con autoridad, contundencia y hasta con brillo por momentos una cita que a priori podía ser cómoda, pero que realmente lo fue por la aplicación del conjunto nervionense sobre el campo. No dio en ningún momento lugar a la sorpresa, asumió el protagonismo del encuentro, jugó al fútbol, encontró el gol y en algunas fases trenzó buenos minutos para disfrute propio y de los aficionados, que gozaron de una buena tarde de sábado.
Sumó el equipo hispalense los tres puntos merced a un dominio absoluto de la pelota, con Reyes y Benega como adalidades de la posesión (útil) y con Iborra y Krychowiak como guardianes de la mayoría de los espacios del campo. El Sevilla es evidentemente superior al Córdoba, pero esa superioridad la reflejó aún más en el campo a través de una presión intensa, de una concentración permanente y de hasta el sacrificio y la solidaridad en las ayudas y en los apoyos, arriba y abajo (espectacular el despliegue de Aleix Vidal). El acierto y la constancia en todas las tareas por parte sevillista decantó como debía el choque, justo antes del regreso de la Liga Europa.
A pesar de las bajas, el Sevilla presentó un once de garantías ante el Córdoba, un once además con elementos más combinativos, con Banega y Reyes juntos y con un mensaje sobre el campo, toque, participación y combinación para superar las líneas califales tan cercanas a su portero como arcos de la Mezquita. El planteamiento era tan claro y previsible como acertado a la postre. Porque el conjunto de Unai Emery se mostró apabullante, muy superior, acaparó la pelota (74%-26%) en la primera mitad, jugó en campo contrario, tenía los dos laterales metidos casi en línea de fondo y además creó ocasiones con asiduidad. La vuelta de Reyes dotó al equipo hispalense de profundidad, de pase, de soluciones en ataque, y su entendimiento con Banega lo convirtió en más sorpresivo, imprevisible y peligroso. Había movilidad y visión de juego en el césped para habilitar los continuos desmarques de Aleix Vida, Vitolo o Bacca.
Pese a todo, tardó en llegar el gol, más de lo debido, incluso con algún susto de por medio, como una contra que remató mal Ghilas afortunadamente. Habría sido injusto porque el Sevilla llegaba y llegaba, combinaba y combinaba, y a veces, solo a veces, he ahí la razón por la que tardó el gol en llegar, remataba. Pero encontró el gol el Sevilla, lo encontró paradójicamente no combinando, sino en una acción a balón parado. Krychowiak con un magnífico remate en suspensión abrió el marcador y acompañó el marcador de la justicia de la ventaja sevillista. El gol del polaco insufló de alivio y confianza al equipo blanquirrojo, que veía por fin cómo su mejor juego se veía plasmado. Y realmente también justicia hizo el segundo tanto sevillista, al filo del descanso, por ejecución y por sensación. La jugada fue de tiralíneas, desde el estratosférico pase largo de Pareja al pie de Vitolo, hasta la asistencia del canario que convirtió Bacca, pasando por el gran desmarque del mismo Vitolo y el acompañamiento del colombiano.
La segunda mitad duró poco. Entiendan, como todas, 45 minutos, pero de competencia real, o al menos relativamente equilibrada, apenas nueve minutos. Y no solo porque Ekeng decidió eliminar cualquier posibilidad, mínima ya de por sí, del Córdoba con su autoexpulsión por fea agresión a Vitolo (con los tacos desde el suelo a la cara del canario), sino porque a las tímidas acometidas cordobesas al inicio de la segunda mitad, con cambio de centro del campo al completo por parte de Djukic incluido, tuvieron réplicas rápidas y peligrosas. A tres ataques del Córdoba, tres contras sevillistas de bastante peligro, una acabada en remate, otra en falta y otra incluso en remate al larguero de Carriço tras un saque de esquina.
El partido, aunque no lo mató el conjunto de Emery, quedaba en cualquier caso bastante encarrilado y aprovechó el técnico para retirar a un brillante Reyes, ya cansado, por Deulofeu, que tuvo minutos para intentar congraciarse con la afición, que algún pito le dedicó, y consigo mismo, pues llevaba un mes difícil y de rendimiento discreto.
La recta final del partido tuvo más ingredientes de los que se podrían prever. Porque si bien el partido estaba encarrillado y muy definido ya, vio cómo Krychowiak se marchaba a la caseta por otra roja directa; vio cómo Iborra, esta vez de centrocampista, encontró la puerta que no vio como mediapunta en los últimos partidos; y cómo Carlos Fernández, mediapunta canterano, tuvo sus primeros minutos en la Liga esta campaña.
Si se gana 3-0 es que el contrario es malo, si se gana 3-2 que hay que ver lo que ha costado ganar y lo mismo si es 1-0. Algunos aficionados han perdido el norte, que se hagan del madrid hombre. NO lo entiendo de verdad. Con lo que el sevilla ha crecido, una barbaridad pero no va a ganarlo todo, eso solo lo tienen que hacer los equipo ricos, y no lo hacen.
Si se gana 3-0 es que el contrario es malo, si se gana 3-2 que hay que ver lo que ha costado ganar y lo mismo si es 1-0. Algunos aficionados han perdido el norte, que se hagan del madrid hombre. NO lo entiendo de verdad. Con lo que el sevilla ha crecido, una barbaridad pero no va a ganarlo todo, eso solo lo tienen que hacer los equipo ricos, y no lo hacen.