El día que Borja Valero pudo ser sevillista

Este jueves llegará al Ramón Sánchez Pizjuán, vestido de violá, Borja Valero, un futbolista que bien podría estar, o haber estado vestido de sevillista desde hace algunas temporadas. Su historia con el equipo nervionense es una de esas de fichajes frustrados, de historias inacabadas y de jugadores que estuvieron cerca de lucir el escudo del Sevilla FC. A punto estuvo, pero finalmente tomó otro camino, o en la entidad de Nervión dejara que lo tomara.

Verano de 2010, Borja Valero había emprendido su aventura en Inglaterra, en el West Bromwich Albion, y había regresado cedido al Mallorca por una campaña, en la que brilló y se lució como uno de los mejores centrocampistas de la Liga española: 33 partidos, cinco goles. 
El Sevilla y la dirección deportiva comandada por Monchi pusieron los ojos en el madrileño. Vigilancia bien emprendida y seguimiento acertado, a la vista del rendimiento posterior del futbolista. De hecho, el club hispalense fue a por él y lo tuvo casi cerrado, con preacuerdo con el futbolista incluido... casi cerrado. En el último momento, cuando Borja Valero tenía ya casi los dos pies en el Sevilla, llegó una oferta del Villarreal que elevó el coste del centrocampista. Un coste asumible y que en algunas zonas de la planta noble del Sánchez Pizjuán no veían demasiado exagerado. La operación se iba a unos cinco o seis millones de euros, cantidad por la que al final se marchó al Villarreal. 
Pero el Sevilla, en concreto José María Cruz, el hombre del 'lápiz', siempre estricto con los números, no transigió en aquel momento. El director general se ceñía a los costes previstos y no elevó la propuesta nervionense.
El caso es que Valero acabó en el Villarreal, luego en la Fiorentina y ahora se cruza en el camino del Sevilla de forma bien distinta a cómo se pudo cruzar hace cinco años, cuando estuvo a unos cientos de miles de euros de convertirse en jugador del Sevilla.