Es Noticia
Sevilla FC
3-0
AC Fiorentina

El Sevilla aporrea las puertas de Varsovia

Álvaro Ramírez

Un lateral marcando dos goles, un minuto 16 mágico, una exhibición física de época, un campeón, un entrenador magistral y una afición para la que no sería suficiente una cuarta final para pagar tanta entrega. Todo eso es el Sevilla, todo eso y mucho más. Y todo eso es lo que puede llevar, vuelta mediante, a Varsovia al campeón reinante y campante de la UEFA Europa League, esa que con partidos como el de este jueves debe volver a pertenecerle. El Sevilla, un Sevilla que igual presiona que contragolpea, que igual roba que mata, que igual taconea que pelea, ha abierto las puertas de Varsovia, de su cuarta final del torneo, de par en par tras vencer y superar claramente a la Fiorentina por 3-0 en la ida de la semifinal. Quedará la vuelta en Florencia, y no será un paseo porque la Fiore es un muy buen equipo, pero el Sevilla solo tiene que ser él para certificar su pase.
Se pueden enumerar realmente partidos excelsos, como el de Aleix Vidal, lateral bigoleador, el de Bacca peleando, las inmensas actuaciones de Krychowiak, Kolo, Banega o Carriço, hasta de Sergio Rico, o el del incisivo Tremoulinas. Pero realmente, como recordaba algún miembro de la dirección deportiva antes del partido, el bloque, dirigido magistralmente por Unai Emery, se sobrepuso a las individualidades de la Fiore.
Viendo el ambiente previo al partido, el que insuflaron los más de 35.000 sevillistas en el Sánchez Pizjuán y también los 1.500 llegados desde Italia, el único comienzo posible albergaba la misma intensidad, la misma concentración y misma ilusión que se vivía en cada uno de los seguidores. Arrancó el partido muy tenso, contenido, y con un claro dominio de balón de la Fiorentina, que con Mati Fernández y Borja Valero a los mandos mostró sus señas de identidad desde el principio. Quiere este equipo el balón y se encuentra cómodo con él. Fueron cinco minutos de aviso a los que siguieron otros de réplica sevillista con llegadas por bandas, mágicas bandas. Tremoulinas una, Aleix Vidal, al que Emery colocó como lateral para buscar la espalda de Joaquín, otra. Ambos pusieron buenas pelotas desde los costados que no encontraron rematador.
Fue un bonito y quizás demasiado alocado comienzo del partido pero en el que los dos equipos parecían encontrarse cómodos. La Fiore porque manejaba la pelota, porque sus peloteros entraban en acción y hasta remataban (Mario Gómez desperdició una clara, Salah echó fuera otra evidente); y el Sevilla porque una vez que se apretaba los machos, resistía los ataques italianos y salía con la pelota, aunque fuera desde muy atrás, encontraba fácilmente espacios para desplegarse, sobre todo por los costados. Quiso el fútbol, Aleix Vidal y sobre todo Antonio Puerta desde el cielo que uno de esos despliegues del Sevilla en forma de mariposa, que de capullo se expande hasta ocupar todo el campo, llegara el gol en la misma portería que el inolvidable canterano marcó, también en una semifinal, ante el Schalke. La pelota entró por el otro palo, pero la jugada bien pudo ser trenzada por Antonio. Tuvo Kolo una magnífica salida de la pelota, Vitolo la paciencia para esperar a Tremoulinas, una vez más, que se la puso a Bacca, que de forma magistral se la dejó en bandeja a Vidal para que marcara, hiciera más mágico aún el minuto 16 y pusiera por delante del Sevilla.  
Parte del trabajo, perforar la portería contraria, estaba hecho, pero quedaba mucha labor por delante, y tanto. El partido se volvió loco, pudieron los sevillistas hacer alguno más a la contra, pudieron los fiorentinos anotar alguno en ese correcalles, pero no llegó el tanto y el encuentro se estabilizó.
Lo quiso estabilizar el Sevilla de forma ciertamente ortodoxa. Se echó atrás, aculó sus dos pivotes y optó por aguantar las acometidas de Joaquín, Salah, Gómez y compañía. No sin sustos... no sin contras. Porque de hecho en la última jugada de la primera mitad Krychowiak fue objeto de un claro penalti que Brych obvió a la alemana, pitando el final de la primera parte.
El comienzo de la segunda explica por qué el Sevilla en general y este en particular es capaz de repetir éxito tras éxito, de jugar encuentros como los de este jueves. Con una concentración mayor si cabe, una tensión ya característica de este equipo, con una grada entregada y con una forma física espectacular el conjunto de Emery se comió al de Montella. Sorprendió el vasco en la segunda mitad con una presión muy adelantada, dificultando la salida de la pelota italiana, y así cortocircuitaron su juego y sorprendieron a su zaga, que mirada de cerca demostraba más defectos. Un robo en la medular a Badelj, entre los muchos con fe incansable de Reyes, Banega o Krychowiak, supuso el segundo gol sevillista. Vitolo habilitó al keniata blanco, Aleix Vidal, para que sorprendiera y aprovechara una mala decisión de Neto para hacer el segundo. 
Los minutos siguientes fueron de un absoluto despliegue sevillista, innecesariamente preciosista quizás en algunos momentos, pero de avalancha física. Robos, incorporaciones, ataques en posesión, contras, robos, llegadas, remates, una auténtica exhibición sevillista, una auténtica lección táctica en plenas semifinales europeas, buen salón de muestra. Esos minutos mágicos se coronaron con un tercer gol que directamente hizo explotar Nervión y casi la semifinal. Una nueva llegada de un lateral, Tremoulinas, acabó con un pase atrás a, quién si no, Vidal, ya como interior tras la entrada de Coke, que esta vez no remató perfecto, pero con tan buen tino que mandó la pelota a las botas de Gameiro, recién salido, para que la empujara.
El final del encuentro navegó entre las cometidas algo a la desesperada de la Fiore, que casi temía encajar un cuarto, y las contras, siempre peligrosas del Sevilla, que casi hicieron lamentar que no llegara un cuarto.
Entre vítores, entusiasmo y banderas cerró el partido el Sevilla. Volaron banderas, volaron, y muy alto.

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