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La final del Sevilla Atlético

Gabriel Galán

Llegó el día. Llegó la hora. Llegó ese momento que todos los sevillistas llevan esperando hace tiempo para filial. El momento de volver a tocar la gloria con las manos, lograr otro ascenso histórico para cerrar una temporada de diez para la entidad. Vale aguantar el 0-1 logrado hace una semana en el Camp D'Esports de Lleida, donde el Sevilla Atlético demostró que la edad no importa como muchos creen, que hay calidad de sobra para ganar.

Y llegó el día de nuevo al Viejo Nervión, donde los pupilos de Diego Martínez se han forjado durante muchos años, unos más que otros, pero siempre con la misma ilusión. Del sufrimiento de la pasada temporada llega un momento onírico, pero real. Eso sí, con los pies en el suelo. Porque el Lleida ha demostrado que es capaz de todo tras eliminar a dos todopoderosos como el Barakaldo y el Real Madrid Castilla. En Sevilla también quiere hacer historia y recuperar un puesto perdido hace muchos años.
Pero el filial no teme a nadie. A Martínez le ha ido bien en las últimas semanas con su equipo base y no hay motivo para cambiar. Carlos Fernández volverá a liderar el ataque con la perla Borja Lasso por detrás. Curro, salvo sorpresa, deberá esperar en el banquillo. Y atrás una defensa sólida y valiente, con todas las ayudas posibles del también goleador Diego González.
En el Lleida, Imanol Idiakez pierde por sanción a Raúl Fuster, uno de sus baluartes, pero puede recuperar para esta final al central Toño y al atacante Manu Onwu, que se perdieron la ida por molestias físicas. Quedan 90 minutos, o 120 y los penaltis si se tercian, el día esperado por el Sevilla Atlético para hacer real un sueño. No es la Liga Europa o la Copa del Rey, pero es otro final. La final del Sevilla Atlético.
 
 

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