Bonita oda a lo imposible

Dice adiós el Sevilla a la Copa. Dijo adiós en Madrid, realmente, porque lo ocurrido en este partido de vuelta llegó muy determinado por aquel encuentro. La eliminatoria estaba decidida desde Madrid. El partido de ida fue demasiado rotundo. Pero aún así, y pese al batacazo inicial, el conjunto de Sampaoli ha logrado despedirse con cierta dignidad de la eliminatoria. Si bien apenas la compitió, aunque algún momento de ilusión generó en esta vuelta, sí que mostró fe y orgullo a la hora de encarar este choque, a la hora de afrontar lo imposible. No sirvió, como se preveía, para remontar, pero al menos sí puede servir para creer y para ganar confianza en el partido del domingo, esa revancha liguera que el calendario concede de inmediato.

Fue tan deficiente el partido en el Bernabéu que el Sevilla apenas tenía opciones ni argumentos, pero a pesar de ello supo agotar sus posibilidades, supo crear momentos de sueños en la grada, supo generar incluso alguna pequeña duda en el Real Madrid. Es poco para un equipo que aspira a títulos, que viene de ser subcampeón la pasada temporada, pero es suficiente si el reloj arranca en el minuto final del encuentro de ida. Y con eso debe quedarse una vez consumado el adiós de la Copa, con esa ilusión que es capaz de transmitir este equipo y con esos momentos en los que superó claramente al rival, el campeón de Europa. Una pena que no rompiera el Sevilla esa imbatibilidad madridista por ese gol último de Benzemá, porque se había merecido ser el que lo tumbara. Tendrá la oportunidad el domingo.
El conjunto nervionense llegó a ponerse 3-1 en la eliminatoria, llegó a estar a dos goles de la remontada con 15 minutos por delante, pero el absurdo penalti de Kranevitter acabó con el partido y la eliminatoria El Sevilla, pese a que la alineación mandara un mensaje inequívoco de prioridad al partido del domingo de Liga, salió a por todas de inicio, con un equipo muy ofensivo, con dos delanteros pero con muchos atacantes. Jorge Sampaoli sabía de la dificultad del encuentro y se la jugó, acumuló muchos jugadores en la zona de ataque, con Iborra incluso avanzado como mediapunta, al estilo de Emery, sobre todo como recurso para sortear la presión del Real Madrid, la que ejecutó en la ida y la que se presumía que ejecutaría en la vuelta. Pero el plan del Sevilla, arriesgado, se materializaba de forma decidida. Salió al campo a por todas, metiendo arriba al rival y contabilizando un primer tiro a puerta en el primer minuto de partido. Además, ese inicio fulgurante contó con el respaldo del gol que seguramente anhelaba todo el sevillismo para confiar y tener fe en la remontada. Llegó de forma accidental, en propia puerta de Danilo, pero llegó, que es lo que contaba.
Ese tanto a los 10 minutos, en todo caso, causó algo de reacción en el Real Madrid, que intentó reponerse del vaivén inicial e intentó ejecutar su plan, el de la ida, el de presión arriba para cortocircuitar la salida de balón del Sevilla. Ante esta coyuntura, los de Sampaoli tuvieron claro la respuesta, aunque alguna vez se complicaron la vida Rami, David Soria o Kranevitter. Esa respuesta era contar con Iborra en los balones largos y forzar una segunda jugada, y en esa jugada los locales contaban con muchos futbolistas al rechace, porque Sampaoli dividió intencionadamente el equipo, lo partió, dejando a cuatro atacantes en campo contrario, Ben Yedder, Vietto, Correa e Iborra, e implicando al resto en más tareas defensivas. 
Todo el resultado de esas acciones del Sevilla y del Real Madrid fue un partido entretenido, alocado, con ocasiones por ambas parte, con un conjunto nervionense atemorizando con mucha gente y mucho remate a los merengues y con un Real Madrid esperando una contra o un robo definitivo. Pudo serlo alguno pero Kross tuvo el punto de mira desviado. Como desviada tuvo la mirada el asistente de Undiano en la banda de fondo, que abortó hasta tres ataques claros sevillistas por fuera de juego inexistentes. Ante la duda, bandera arriba, claro.
Kranevitter fue el mayor lunar del buen partido del Sevilla, se mostró 'colaboracionista' en los tres goles del Real Madrid y no anduvo para nada acertado Correa se lesionó antes del descanso y Sampaoli dio entrada a Jovetic, que debutaba junto con Lenglet, este de inicio (el francés mostró buenas maneras, buen toque de balón y seriedad. Jovetic). No anduvo mal Correa, pero sí demasiado inocente en algunas ocasiones. El más impreciso en ataque fue Vietto, que actuaba en una zona intermedia que requería una precisión que el argentino no proporcionó al juego.
La segunda mitad pues, con Jovetic ya en el campo, quería el Sevilla arrancarla como la primera. Y esa fue su intención, pero no le acompañó en este caso ni la fortuna ni el acierto. Más bien apareció desacierto, en concreto de Kranevitter, que en una acción de infantiles dejó marchar a Asensio en un blando cruce que se convirtió en autopista para el merengue, que aguantó la carrera con Vietto y batió por bajo a David Soria.
Ese tanto enfriaba el Sánchez Pizjuán y dejaba la eliminatoria ya imposible. Pero ni así se rindió el Sevilla, que por medio de Jovetic anotó el segundo tanto. El montenegrino abordó con calidad un centro lateral y batió por bajo a Casilla. Alimentó ese gol una ilusión imposible, y la siguió alimentando Sampaoli, que sacó a Nasri y Vitolo al campo, quizás también ensayando para el domingo, y dispuso sobre el campo un once multimegaofensivo.

Momentos para soñar

Y todavía habría mucha tela que cortar en el partido. El Sevilla de nuevo soñó con lo imposible con un gol de Iborra en otra de las acometidas ofensivas, en este caso ya entre Nasri y Ben Yedder. Quedaban más de 10 minutos por delante y el equipo nervionense estaba a solo dos goles de la remontada con el 3-1. Pero esos minutos trascendentales los supo jugar el Real Madrid. Se atemperó, aparecieron los jugadores importantes y el equipo de Zidane evitó una mayor crisis que la derrota. Y ayudó, como si fuera una pieza más en el plan de Zidane, Kranevitter, que de nuevo erró de forma grosera realizando un claro penalti sobre Carvajal, un penalti que terminó ya con el partido y la eliminatoria pero que arrancó la polémica.
Porque ese penalti lo tiró Sergio Ramos, a lo Panenka, marcando el gol y poniendo el 3-2 en el electrónico. Pero no contento con eso, el camero desafió a parte de la grada, al gol norte. Y lo dejó bien claro. Con rostro desafiante miró al gol norte y señaló su dorsal. Luego pidió perdón al resto del campo, que se tomó la ofensa como propia y ya no perdonó al central en los pocos minutos que restaban.
Olvidada ya la Copa, la eliminatoria, también se fue el partido, porque en los estertores del encuentro incluso logró el Real Madrid salvar su récord de imbatibilidad y logró también firmar el empate y quitarle la victoria al Sevilla, una victoria inservible en la Copa y en estos octavos pero quizás sí motivador pensando en el domingo.
Este partido de vuelta fue emocionante, intenso, y es de agradecer la fe y la dignidad del Sevilla en Nervión. Pero la Copa se fue, el subcampeón se despidió de la Copa, más en Madrid que en Sevilla. Y el equipo nervionense siempre debe lamentar una eliminación. Eso sí, genera ilusión para la Liga y para la Liga de Campeones, y la Liga está a la vuelta de la esquina, en tres días recibe al Real Madrid.

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