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Sevilla FC
4-2
Deportivo

Liturgia y alegría

Álvaro Ramírez

Será porque ya tocaba, será porque volvieron los cánticos al gol norte, será porque Monchi se merecía una despedida con victoria, será porque no estaba Nasri, será porque la reacción ya era imperiosa, será porque Sampaoli recurrió a una alineación más lógica, será porque la tarde resultó más normal, será por todo ello o será por el acierto, pero el Sevilla hizo lo que debía en estos prolegómenos de la Semana Santa, ganar. Era una necesidad y una obligación. Necesidad porque precisaba calmar los ánimos revueltos en el club y en la plantilla en el último mes. Obligatorio porque la clasificación lo exigía (victoria del Villarreal y empate del Atlético).

El Sevilla no es el que era, eso ha quedado patente en las últimas jornadas y hasta ha quedado patente ante el Deportivo, pero al menos puede agarrarse, ahora que el tiempo casi lo impone, a algunas liturgias, costumbres y argumentos que le deben dar para ser cuarto holgado y quién sabe si pelear por la tercera plaza. Debe agarrarse a lo normal, a los ritos que conoce bien y en los que se encuentra cómodo. Puede agarrarse a Correa, Sarabia, Jovetic, jugadores que a día de hoy deben ser fijos en el equipo. Debe agarrarse a decisiones más lógicas de su entrenador, que en la segunda mitad corrigió sobre la marcha con los cambios de forma un poco irracional. Debe agarrarse a su condición de local, ahora que vuelve la alegría y vuelven los cánticos a Nervión. Con esas pautas bien aprendidas, y con una mejoría también necesaria en la condición física, el Sevilla debe rematar esta temporada de forma correcta conquistando una de las plazas de Liga de Campeones. Incluso debe certificarla lo antes posible.
La consecuencia directa de la baja de Nasri fue de entrada que el equipo jugó con mucho más ritmo y haciendo de la velocidad uno de sus argumentos, y con jugadores como Correa, Sarabia o Jovetic, esa fórmula puede resultar exitosa
La tarde se había presentado emocionante. Monchi, los Biris... y Jovetic. El Sevilla tardó la friolera de 57" en abrir el marcador de un partido que, mejor o peor, iba a ser entretenido. Y aunque el gol fue tempranero, cogió al Deportivo casi calentando, fue una muestra de los méritos que el Sevilla ofrecía en este partido. No es que dibujara el equipo nervionense una cátedra futbolística, no era para tanto. Pero sí que ganó, con respecto a otros partidos, algo importante en el fútbol, velocidad, ritmo. Con eso, con solo eso, y teniendo en cuenta que de entrada el Sevilla es mejor que muchos de sus rivales, se empieza a batir al contrario. Lo hizo el conjunto hispalense prácticamente en la primera acción del partido con una carrera de Correa, de lo mejor en los últimos partidos, una buena aparición por sorpresa de N'Zonzi y un remate de nueve, de delantero centro, de Jovetic. Cuando hay delanteros, hay más remate, qué casualidad.
Pero esas virtudes del Sevilla no exoneran sus defectos. Que los sigue teniendo y con más frecuencia a medida que se acerca el final de la temporada. La defensa, sin Rami, pierde puntos. Y si Pareja, el otro seguro, flaquea, la retaguardia hace aguas. Kakuta, por aquello de la ley de los 'Ex' o porque tan solo estuvo más listo, anduvo más rápido (velocidad, ay velocidad) que el argentino para hacerse un autopase que acabaría en remate, gol y venganza. Tres minutos, empate y goles. Quizás más por defectos que por brillantes acciones, pero entretenido sí que era el encuentro.
Y así seguiría. La banda izquierda del ataque sevillista era un absoluta autopista. Con Correa haciendo diabluras, ganando en velocidad, penetrando en el área, con Juanfran, lateral derecho y el activo más interesante del Deportivo lesionado, y con Laure, su sustituto, atropellado ante la falta de ayuda de Marlos, el Sevilla empezó a tomar por norma el ataque por esa zona del campo. Por ahí llegó poco después un segundo gol con aparición de Escudero, rechace y gol de Sarabia. 
Pero Kakuta aún no había culminado su venganza, y de nuevo se alineó con la mala tarde de Pareja para aprovechar una falta, por mano del central, en la frontal. Golazo del francés y exsevillista que de nuevo igualaba el partido. Pero la tendencia de las malas defensas daba la impresión de favorecer al conjunto local. Por calidad y porque los de arriba, Correa, Jovetic, Sarabia, y hasta el Mundo, que recuperaba la velocidad, estaban entonados. Además, aun sin elaboración, el Sevilla se plantaba rápido en el área contraria. Era una consecuencia directa de la ausencia de Nasri, y para bien. El francés monopoliza el juego, la toca siempre, en toda jugada, y cuando está en buen estado su influencia es buena, a pesar de su ritmo monótono. Pero si Nasri no está en buenas condiciones, sino es determinante ni influyente en el juego, se convierte en nocivo, en un ralentidazor.
El caso es que, con muchas carencias, el partido al menos tenía ritmo, y el Dépor daba muchas facilidades. Las daba con la pelota en juego y también con la pelota parada. Y así se fabricó el tercero, con el asistente habitual, Sarabia, y el rematador ocasional, Correa, que casi sin saltar cabeceó hacia atrás. El 3-2 volvió a tranquilizar al mismo Sevilla y a la afición. De hecho tuvo una doble ocasión más clarísima el equipo de Sampaoli con tiro al palo de Vázquez incluido.
La segunda parte fue peor, demostró que el físico es una cuestión que debe preocupar en el Sevilla pero al menos el partido, gracias al gol de Ben Yedder, acabó con tranquilidad para los aficionados
La segunda nació menos loca, sin duda. El Dépor quiso mantenerse en el partido, probó a dar menos facilidades, cerrarse algo más, a pesar del resultado, y estirarse rápido y mejorar a través de los cambios. Se encontró más cómodo el equipo gallego, aunque sufrió algunas acometidas sevillistas, que a través de la posesión y algunas salidas en falso a la contra también generó ocasiones, pero nunca claras. Eso sí, el Sevilla solo superaba al Deportivo cuando presionaba arriba, incomodaba, robaba y jugaba rápido. Tuvo alguna fase, pero poca continuidad en esa faceta del juego.
Tampoco el Dépor de Mel lograba de verdad inquietar al Sevilla, pero el marcador seguía ajustado y el partido por tanto abierto. Y además, el equipo hispalense empezó a mostrar otras de sus carencias en los últimos tiempos a medida que avanzaba el encuentro, el cansancio. A más cansancio, menos precisión, a menos precisión, menos combinación, menos balón y más ventaja al rival. Sampaoli empezó a mover el banquillo, también respondiendo a los cambios de Mel, y ahí se creó un pequeño desbarajuste en la banda izquierda sevillista que casi cuesta caro en un par de internadas de John. La salida de Correa dejó huérfana la banda, Jovetic y N'Zonzi tuvieron que preguntar a Sampaoli desde el campo quien la cubría. Le tocó al montenegrino, pero en realidad tampoco de forma completa. El caso es que ante el pequeño caos y algunas molestias el técnico argentino completó la ruleta de sustituciones (N'Zonzi, Vázquez) para utilizar a tres centrales e intentar acomodar a su equipo, que volvía a dar síntomas nada halagüeños. Tiró de los cinco defensas para solucionar el problema que había generado él mismo con su primer cambio.
Eso sí, tirando de defensas cortó las vías de penetración del Dépor y calmó algo el partido, porque el equipo gallego tampoco consiguió buscarle las cosquillas a la defensa de cinco del Sevilla, no tenía ni recursos ni calidad. Y así al menos llegó el tramo final del partido que definitivamente sentenció Ben Yedder. Había fallado una anteriormente clamorosa, por ser demasiado sutil y tirar de forma suave. Y con esas características hizo el cuarto del partido, se acomodó tras otra salida en falso de los centrales del Dépor, bajó la pelota en el área y picó con enorme calidad para tranquilizar al sevillismo y por fin al equipo, que logró una victoria cinco jornadas de Liga después.
El triunfo, además de devolver la alegría a los sevillistas, confirma al equipo nervionense en la cuarta plaza, que falta hacía ante lo que ve venir por detrás, y devuelve la confianza al Sevilla. Además, y no debe ser cuestión baladí, reafirma que la baja de Nasri puede mejorar en algunos aspectos al bien común. Esa esa es la sensación que dio en la primera parte sobre todo. En la segunda el bajón que suele ofrecer el Sevilla tapó más atisbos de soluciones. 
 
 
 

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