El pasaje del error
Probablemente el error sea la salsa del fútbol. Si las defensas fueran siempre cien por cien organizadas todos los partidos acabarían sin goles, esto sería más parecido al ajedrez y a los estadios no iría nadie. Pero una cosa es eso y otra es la oda al fallo que el Sevilla FC y la Real Sociedad, especialmente el primero, han perpetrado este viernes en el Ramón Sánchez-Pizjuán. El empate sigue dando a los de Sampaoli todas las opciones de acabar en el cuarto puesto. Perder habría sido una tragedia. Se confirma una temporada más en Europa, pero la sensación de haber tirado las ilusiones de miles de aficionados a la basura es la que prima ahora.
Formó Sampaoli con un 4-1-4-1, aunque con algunas variantes dependiendo de la situación de juego, puesto que Mercado apenas subía por la banda derecha, otorgándosela casi al completo a Sarabia. Dejó a N’Zonzi sin pareja en el centro del campo por primera vez en muchos partidos, por lo que en la duda del ‘10’ optó por colocar a dos: Nasri y Franco Vázquez. Además de la ya sabida novedad de Vitolo, también entró en el once Rami, que sustituyó a Pareja pese a que el club había anunciado la primera alineación con el argentino en ella. Probablemente fuera por los errores del argentino en Málaga, pero este viernes el francés los superó incluso.
El primer acto marchó imprecisión tras imprecisión. Los dos equipos tenían continuo fallos tanto en defensa como a la hora de aprovecharlos en ataque. Parecía como si dos conjuntos que hacen del buen fútbol su filosofía prefirieran esperar a que el gol fuera todo mérito suyo. El que más tuvo fue el Sevilla, pero también porque tenía más la pelota y llevaba el peso del partido. Fruto de ello, las pocas ocasiones caían de su lado, con una contra clarísima que Ben Yedder definió mal o con un tirazo de Escudero poco después que obligó a Rulli a sacar una mano salvadora.
En todo caso, era el equipo local el que más proponía. Se le notaba que necesitaba esa victoria que le dejara el cuarto puesto al alcance de la mano, mientras que la Real esperaba una contra, aunque luego le costaba replegarse y dejaba muchos espacios que los de blanco no eran capaces de aprovechar, precisamente, por sus fallos en los momentos clave.
Todo en esta vida tiene un límite y llegó un momento en que el carrusel de pifias terminó por decantar el marcador. Fue Raúl Navas el que cometió el fallo que desembocaría en el gol. Despejó el sevillano hacia arriba y la vanguardia local olió sangre. Franco Vázquez luchó la pelota por alto, Ben Yedder corrió como un loco a por ella –pidieron juego peligroso del francés los realistas- y Sarabia creyó tanto que acabó definiendo con calidad ante la salida de Rulli. Curiosamente, o seguramente como consecuencia de ello, el gol que abrió la lata lo acabó haciendo el que ocupaba la banda derecha, la contraria a la que había elegido el equipo para volcar el juego ofensivo durante casi todo el encuentro.
Quedaban cinco minutos y el gol daba cierto poso al Sevilla y, sobre todo, un espejismo de tranquilidad. De hecho, se volvió a poner de gol Ben Yedder en el instante final, pero fue tan final ese instante que González González decidió apuntillar la primera parte apenas tres segundos antes de que el delantero galo intentara el remate. Con eso se ganó el trencilla la pitada de la Feria, ríanse de las de la Maestranza.
Salió el Sevilla en la segunda parte dispuesto a terminar pronto con el partido, pero un error en cadena truncó los planes. Quizás fue la pifia número uno del Sevilla en lo que va de temporada, que ya es decir. Un centro sin demasiado peligro acabó en sainete entre Rico, Lenglet y N’Zonzi y la pelota le quedó franca a Carlos Vela para rematar a placer.
Pocos minutos después a punto estuvo de confirmar le remontada el mexicano de la Real después de que Rami dejara pasar sin sentido la pelota, se hiciera acreedor del primer escalón en el pódium de la desaplicación, y le habilitara para marcar. Por suerte, en esta ocasión se entretuvo y el Sevilla se salvó. Los tremendos errores defensivos espoleaban a una Real que no mucho antes parecía muerta.
Durante un tramo el Sevilla fue sumiso, pero volvió a tomar el mando después de que Zurututa viera dos amarillas en cinco minutos. A partir de ahí renunció Eusebio a seguir protagonizando arriba, sacó a Carlos Vela para llenar el centro del campo con Zubeldia y poco después también quitó a Juanmi. Sampaoli hizo cambios para irse arriba y lo hizo, pero sin éxito pese a que tuvo llegadas, alguna de ellas muy clara, pero este equipo tiene un grave problema con el gol y si encima le regala otros a los rivales...
Que al Sevilla se le está haciendo eterno el tramo final es una evidencia, tanto como que es él mismo el que se merece pasar por este trago. Desde que dejó de luchar por la gloria no es el mismo. Al menos, eso sí, el empate le confirma una temporada más en competición europea, y lo normal es que con una victoria más acabe seguro en puestos de Liga de Campeones. Lo tendrá en chino el próximo domingo en el Santiago Bernabéu ante un Real Madrid que se juega la Liga, pero si no le gana al Osasuna en casa en la última jornada, ciertamente no se merecerá esa clasificación.
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