Es Noticia

El fin del sampaolismo

Basilio García

333 días. Ese es el tiempo que ha durado la etapa de Jorge Sampaoli en el Sevilla FC. Al casildense le han faltado apenas 32 días para cumplir su primer aniversario en Nervión, pero la llamada de la selección argentina por segunda vez –ya lo intentó la AFA cuando era un recién llegado- ha cortado su primera experiencia en Europa.

El entrenador fue llegando a Nervión en diferido, pues viajó a la ciudad semanas antes de que su fichaje se hiciera oficial el 27 de mayo, y se ha marchado con la misma fórmula. Tras meses de rumores, los representantes de la AFA llegaron este jueves y el viernes por la mañana desbloquearon una situación que sólo tenía un escollo: 1,5 millones de euros.
La palabra indemnización también forma parte de la historia de Sampaoli en el Sevilla, porque fue lo que tuvo que pagar Unai Emery para irse al PSG y dejarle la silla libre, al igual que el club nervionense tuvo que abonarle un millón de euros a la federación de Chile y 100.000 euros al Granada, club con el que había llegado a un acuerdo el preparador hasta que se cruzó una opción mejor. Al final, su marcha también ha sido a golpe de cláusula.

Lo deportivo

En lo estrictamente deportivo, el desempeño de Sampaoli se ha visto marcado por tres etapas. En los inicio despertó las dudas de la afición, primero por la obsesión de fichar jugadores argentinos y segundo por la derrota en las dos primeras finales de la temporada.
Cayó en la Supercopa de Europa de una forma un tanto inocente ante el Real Madrid –con goles en el último minuto del partido y de la prórroga-, y fue vapuleado por el FC Barcelona sin plantar casi oposición en la de España. En el inicio de la Liga acompañaron los resultados, pero las dudas arreciaron especialmente en la primera jornada, con una victoria por 6-4 al Espanyol tan divertida como inquietante. Empezaba Nervión a conocer el amateurismo, la biblia del sampaolismo.
No tardó en disipar esas dudas y el Sevilla se erigió por méritos propios como uno de los equipos que mejor jugaba al fútbol en España, algo que estuvo acompañado con resultados hasta firmar incluso la mejor primea vuelta de su historia. El equipo peleaba en lo más alto, aunque en su mejor momento fue apeado de la Copa del Rey por el Real Madrid, en un cruce en el que pesó sobremanera la pésima primera parte jugada en el Santiago Bernabéu. Allí se alumbró uno de los grandes defectos de Sampaoli: su bajo rendimiento en los campos importantes, a los que tendría que visitar a lo largo de la segunda vuelta.
En el último partido de febrero, Sampaoli asaltó el Villamarín, ganó su segundo derbi y al regreso al barrio de Nervión fue aclamado por la afición, que veía en él una especie de mesías que, por fin, había dado al equipo aquello que le faltaba para pelear con los más grandes. Fue el momento más alto del sampaolismo y también el punto de inflexión.
El Betis fue el último equipo al que ganó lejos del Sánchez-Pizjuán, y no tardaría demasiado en ser eliminado de la Liga de Campeones ante un Leicester claramente inferior. Los ingleses salieron vivos de un partido de ida en el que podrían haber sido goleados y en el King Power Stadium desnudaron las vergüenzas de un equipo que estaba al límite de su físico.

El bajón del equipo y de su imagen

Ahí, el equipo entró en barrena. Apeado de la Champions y desplazado de la lucha por la Liga, el tramo final de temporada sevillista se dividía entre la necesidad de asegurar cuanto antes la clasificación para la máxima competición continental y las continuas informaciones del fin de Sampaoli.
Desde Argentina eran constantes las noticias que daban por hecho que el de Casilda, ahora sí, le había dicho que sí a la albiceleste. En la AFA hubo cambios y desde el primer momento Claudio Tapia, el nuevo presidente, dijo públicamente que iba a por él, así que el entramado mediático del país sudamericano engrasó la maquinaria.
Con informaciones casi diarias desde el otro lado del charco y Sampaoli pasando por ellas de puntillas, su imagen entre el sevillismo se fue deteriorando, llegando incluso a pitarle con creciente intensidad en los últimos partidos en casa. Será casualidad o no, pero esos momentos de supuesta distracción del entrenador coincidieron con la peor etapa del equipo y al igual que dos más dos son cuatro, lo más sencillo era relacionar los dos asuntos.
Sampaoli no lo reconoció hasta que no certificó el puesto Champions. Para eso se le contrató. Y además consiguió el segundo récord de puntos de la entidad, pero la afición ya le había sentenciado y buena parte no le perdona todo lo ocurrido en cuanto a su negociación con Argentina. Seguramente por las formas, y también porque muchos tenían puestas sus esperanzas en una segunda temporada con el ‘zurdo’ en el banquillo. Ahora tendrá que llegar otro. Y vuelta a empezar.

Escribir comentario 0 comentarios
Deja una respuesta
Su comentario se ha enviado correctamente.
Su comentario no se ha podido enviar. Por favor, revise los campos.

Cancelar