El pasado martes ante el Maribor Branik el Sevilla FC volvió a hacer los deberes, y con solvencia. El amargo sabor de la derrota del Wanda Metropolitano apenas duró tres días, algo que sirve para afrontar este duelo ante el Málaga CF de mejor manera, pero aún con la misma obligación de ganar que tenía ante los eslovenos.
Los de Berizzo se presentaron a enfrentarse al Atlético de Madrid con la ilusión de refrendar su etiqueta de alternativa a los grandes, pero en una mala segunda parte se llevó un revolcón que evidencia que aún quedan pasos que dar. Acabó su imbatibilidad, sufriendo una primera derrota liguera dolorosa, como todas, pero en cierto modo comprensible.
Ahora, el Sevilla recibe a un Málaga que, como cada año, vive la salida más importante de la temporada. En numerosas ocasiones, demasiadas quizás, la pimienta especial que le ponen al partido desde la Costa del Sol le ha servido a los blanquiazules para imprimirle una marcha más al juego, y cuando un equipo es mucho más intenso que otro es difícil ganar pese a la diferencia de calidad.
Esto, sin embargo, no será óbice para que Eduardo Berizzo siga siendo fiel a su idea de las rotaciones. De momento le está sirviendo a nivel de resultados, y el juego parece que poco a poco lo está encontrando, aunque quizás está tardando más de lo deseable.
Tanto va a rotar el argentino que volverá a darle una oportunidad a David Soria después de su infortunio de la jornada 1. También habrá novedades en defensa, con la inclusión de Mercado y la segura de Kjaer, que regresa. Además, Berizzo ha confirmado que hombres clave como N’Zonzi, Banega y Ben Yedder comenzarán desde el banquillo, por lo que Pizarro y Muriel tienen sitio asegurado, mientras que la manija del equipo, con Ganso fuera de la lista, recaerá en la figura de Franco Vázquez. Con Navas casi seguro en la banda derecha, las grandes dudas están en el tercer centrocampista –con Krohn-Dehli y Sarabia como candidatos- y en quién ocupará la izquierda, con tres opciones: Correa, Nolito y el propio Sarabia.
En el Málaga las cosas no ruedan nada bien. Míchel casi está calcando lo que hizo en Sevilla: coger al equipo a mitad de temporada, reflotarlo en cierto modo y hundirse en la segunda, y las apuestas sobre su continuidad no le son precisamente favorable. Ninguna victoria, un solo empate y cinco derrotas le contemplan, además de un carro de goles en contra. Evidentemente está en zona de descenso y la situación se volverá insostenible si pierde en Nervión.
Precisamente el último exentrenador sevillista que, dirigiendo al Málaga, se presentó en el Sánchez-Pizjuán acabó allí su carrera como malaguista. Fue Juande Ramos la pasada temporada, que dimitió tras caer goleado por 4-1. En todo caso, los malacitanos se agarran a una estadística que no les es desfavorable en el coliseo de Eduardo Dato, como tampoco a su propio entrenador, que nunca perdió actuando como visitante.
En principio, Míchel sacará una línea de cinco defensas en busca de una solidez defensiva que de momento no ha conseguido, aunque mantiene la duda de Luis Hernández hasta última hora. El que no ha viajado es el exsevillista Diego González, fuera de la lista al igual que el sancionado Kuzmanovic y el lesionado Borja Bastón.
Así se presenta un partido fundamental para que el Sevilla se marche satisfecho al segundo parón liguero. De ganarlo se plantaría con 16 puntos de 21 posibles, primero en su grupo de Champions y como mínimo tercero en la Liga. Eso es lo que la exigente afición quiere de su equipo, resultados, y si son con buen juego mejor que mejor. Eso es lo que deben buscar Berizzo y sus jugadores. Si pierde, serán dos semanas de lamentos, dos semanas demasiado largas que se viven mejor con una sonrisa.