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La incuestionable autoconfianza que incentiva a Ben Yedder

ElDesmarque

Desde que empezó a dar patadas al balón, Wissam Ben Yedder tuvo los mismos sueños que tienen miles de niños que crecen en los suburbios de París, llegar a ser futbolista profesional. Nació en Sarcelles, uno de los barrios más duros de la capital francesa, y luego se trasladó con su familia a Garges-les-Gonesse.

"Tuve una infancia bastante difícil. No mucha gente llega a tener éxito, hay muchos jugadores jóvenes con talento y muchos jugadores con un gran potencial, así que es difícil llegar alto allí. Es muy complicado porque hay muchos jugadores que, por desgracia, se quedan sin triunfar", admite Ben Yedder en declaraciones a UEFA.com.
El lema en la vida de Ben Yedder es "sigue sonriendo", lo que explica porque siempre intenta ser positivo. Sin embargo, pese a no tener una presencia imponente, cuando hablas con este delantero de 27 años te das cuenta de que posee una cualidad que destaca por encima de todas las demás: la determinación para triunfar. El fútbol siempre ha sido una parte importante de su vida y durante toda su infancia jugó a este deporte, en ocasiones sin el consentimiento de sus padres que "se quejaban de que llegara tarde a casa".
En vez de jugar con niños de su edad, él quería jugar al más alto nivel para poder ponerse a prueba. Algunos de sus mejores recuerdos como niño es de cuando los chicos más grandes venían a pedirle que jugase con ellos y escucharles decir: 'Tú vas a jugar en mi equipo'. Eso hacía que Ben Yedder se sintiera orgulloso y aumentaba su deseo por seguir mejorando.
"Necesitas perseguir el éxito. Siempre he creído en mi propio éxito, siempre me he dado la oportunidad de conseguirlo y creo que la clave de todo es tener fe. Nunca dejar de creer. Incluso cuando las cosas no van bien, debes creer que puedes lograrlo", afirmó.
Jugar al fútbol callejero en los suburbios parisinos acabó llevando a Ben Yedder al futbol sala durante dos años antes de convertirse en profesional. Él relaciona su ritmo rápido con mejorar su técnica para estar "más cómodo de cara a portería".
Ben Yedder, a pesar de ello, admite que ha crecido en un barrio que le ha hecho tener mayor deseo de triunfar y jugar al fútbol al máximo nivel. Aunque disfrutó de sus momentos de infancia, siempre supo que quería probarse en un terreno de juego al máximo nivel futbolístico.
"Es verdad que marcharse de esa atmósfera en la que es difícil cumplir tus sueños, que era como vivíamos, puede parecer un éxito. Es algo positivo. Mi objetivo siempre ha sido el de triunfar a nivel profesional. Siempre he dado todo para ser capaz de conseguirlo e incluso cuando las cosas no han ido bien, siempre he confiado en mí mismo".
Ben Yedder creció en Sarcelles y Garges-les-Gonesse, algo que le ofreció una experiencia multicultural, ya que él tiene ascendencia tunecina. Los suburbios son el hogar de varias comunidades caribeñas, africanas y judías, y el jugador de 27 años ha podido sentir algo parecido al integrarse en un vestuario tan multicultural como el del Sevilla FC.
Es uno de los cuatro franceses en el club, pero "habla con todo el mundo", no importa cuál sea su lengua nativa. Admite que la idea de marcharse a España desde Toulouse era "bastante complicada", ya que iba a ser complicado aprender el idioma, pero "poco a poco" ha ido adaptándose con el tiempo.
"Estoy impaciente por que las cosas vayan todavía mejor en el futuro. Creo que ahora me defiendo mejor en términos de interacción con otros y estoy haciendo un gran esfuerzo. Esto es lo que me hace falta", afirmó Ben Yedder.
Desde que dejó los suburbios parisinos, la carrera del delantero del Sevilla ha ido paso a paso. Él tiene buen ojo para el gol y admite que jugar la Copa Mundial de la FIFA y estar "entre los mejores goleadores de Europa" se encuentra entre sus sueños.
Ben Yedder es buen amigo del delantero Riyad Mahrez (Leicester City FC), que también nació en Sarcelles. La pareja compartió experiencias similares cuando eran niños y, a pesar de tener una educación dura, Ben Yedder sólo tiene recuerdos positivos de su juventud.
"Es genial recordar cuando jugábamos en el barrio, ver a mi madre gritar y también cómo crecimos jugando en los torneos de fútbol entre los diferentes distritos. Íbamos a otro distrito y jugábamos. Además, al verte progresar poco a poco todo son recuerdos felices".

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