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Sevilla FC
3-5
Real Betis

Fiesta verde, manita histórica

Los jugadores del Betis celebran uno de los goles en Nervión.
Álvaro Ramírez

Un regalo envuelto en papel verde, luminoso, brillante, fuerte. Un regalo grande, valiente, arriesgado, dulce. Un regalo encargado en el Ramón Sánchez Pizjuán para que los béticos disfrutaran como nunca en esta noche mágica en Nervión. Un regalo merecido y conseguido de forma inteligente, de forma trabajada. Un regalo para todos los béticos, para los fieles, para los irreductibles, los cerca de 600 seguidores que llegaron al gol sur del estadio sevillista en la noche mágica, y por los más de 40.000 que acuden al Benito Villamarín y esperaban una alegría así. El Betis brindó el mejor regalo en la noche de Reyes, una espectacular victoria sobre el Sevilla en casa del eterno rival, una victoria con manita, porque hizo hasta cinco goles. 

Una victoria histórica, porque acaba con un ciclo de sequía verdiblanca en los derbis, y porque no es fácil lograr cinco goles en un partido de este calibre. Y es histórica porque además agranda la herida de dudas del Sevilla y cierra la del Betis, que se confirma como proyecto fiable porque los proyectos se construyen sobre triunfos de este calibre.
El Betis fue osado, valiente, arriesgado, temerario en algún momento, pero ante todo fue mucho más inteligente que el Sevilla, y en la segunda parte, con las piernas cansadas, arrolló
La osadía de Setién, el riesgo, por momentos en demasía incluso, tuvo sus frutos con una victoria de las que lucen, de las que hacen crecer. De las que se construyen sobre hombros cada vez más grandes, como los de Fabián, que en este derbi se confirma como pieza clave del Betis. Sobre los mismos del técnico cántabro, que realmente salió triunfador con un planteamiento algo alocado, pero inteligente, aprovechando las debilidades, muchas, de la zaga sevillista, y aprovechando los momentos del partido, desde el primer minuto hasta el último. Gol a los 28", gol en el 95. Muestra de cómo de metido está este Betis en su idea, en su proyecto.
El partido, el Betis, tardó 28 segundos en dejar claro de qué iba la noche de Reyes en Nervión. Apenas había dado tiempo de un par de carreras, ni siquiera de entrar en calor, cuando Fabián, uno de los hombres del partido, aprovechó la concatenación de de indecisiones de Lebglet y Kjaer para sacarse un zurdazo de quilates, como todo lo que hizo el canterano, y romper uno de los maleficios verdiblancos en los últimos años, el gol. El tanto demostraba la personalidad del centrocampista de Los Palacios, la vulnerabilidad de la defensa sevillista y que el derbi había cambiado, que este derbi era otro. Entre otras cosas porque el Betis evidenciaba recursos y fe en una idea, una fórmula. 
El gol dibujaba un panorama absolutamente diferente del derbi, que empezaba con 0-1. Pero el Sevilla, alentado por la grada, se hizo Sevilla, también se hizo derbi, como acostumbra, y mostró su peso y personalidad en el partido. Banega, escoltado por Nzonzi, se hicieron con los mandos. Fueron momentos en el que el marcador era enemigo del Betis, porque le incitó a echarse algo atrás y ser empujado. El equipo de Montella, valiente, empezó a encontrar huecos, vías de penetración, profundidad. Empezó a ser mejor y a tener ocasiones, ayudado también por la lesión de Barragán y la decisión de Setién de dar entrada en el lateral a Francis. Ese costado fue una de las explotaciones sevillistas. El gol del empate llegó en una falta por la izquierda, donde Francis se veía a veces superado y donde tenía un enemigo más que un amigo en Boudebouz, que se hartó de perder balones. De mediocampo hacia adelante era peligroso, de mediocampo para atrás, también. 
Por ahí llegó el empate. Escudero sacó y Ben Yedder anduvo pillo. El partido se igualaba en el marcador y, curiosamente, también se equilibró en el campo, porque el Betis, a través de Fabián y Joaquín, quiso y a ratos pudo hacerse con la pelota y frenar el ímpetu sevillista. Todo cobraba sentido cuando la tocaba el canterano bético, todo era peligroso cuando la tocaba el portuense, que asistió de manera magistral en una falta a Feddal, que cabeceó de forma impecable para adelantar de nuevo al Betis en el Sánchez Pizjuán. El Betis era eficiente, se mantenía en el partido y aprovechaba la endeblez de la zaga del Sevilla.


El Betis supo cómo y cuándo atacar la defensa sevillista, la endeble defensa sevillista, y el cambio de Tello por Joaquín fue a la postre crucial para ganar los espacios y la velocidad, y finalmente el partido
Claro que esa debilidad era recíproca. Porque el Betis la sufría en sus carnes. El conjunto sevillista, con Montella, suma muchos más efectivos al ataque, sobre todo los laterales, con mucha libertad. Por la derecha fue martillo pilón con Navas y Corchia, pero por la izquierda fue determinante. Nolito, Escudero, Banega que se dejaba caer... hicieron el carril fructífero, sacaron los colores de nuevo a Boudebouz, que concedió otra falta, precedida de un toque involuntario del árbitro, que fue el origen del empate. Esta vez de Kjaer, tras una segunda jugada en la que Adán pudo hacer más.


El partido se equilibró en el marcador, pero en el campo el Sevilla apretó de lo lindo en los últimos minutos de la primera parte. Tanto que casi culmina la remontada en 45 minutos.
La segunda parte fue igual de loca, pero diferente. Porque las fuerzas empezaron a flaquear, y cuando faltan fuerzas y hay fatiga, cuenta la cabeza. Ahí fue donde salió victorioso el Betis. Supo tocar la pelota cuando debió y supo buscar a su rival cuando pudo hacerlo. No es solo la efectividad mostrada por el equipo verdiblanco, sino por la forma de asestar los golpes y saber cómo hacerlo. El Sevilla empezó a flaquear poco a poco, cada vez menos jugadores tenían retorno, y Setién lo leyó a la perfección. Se enfadó hasta Joaquín, pero su salida y la entrada de Tello fue vital, crucial, hacía daño donde más débil estaba el Sevilla, y la velocidad y la profundidad bética hizo estragos. Los goles de Durmisi, tras un pase magistral de Boudebouz, el gol de Sergio León tras pase de Tello, de nuevo con velocidad, incluso el definitivo 3-5 del mismo Tello. El Betis destrozó a un Sevilla venido a menos y que hizo aguas atrás. 
El Sevilla tuvo buenos momentos de juego en la primera parte, pero la debilidad defensiva lastró todo el esfuerzo ofensivo, fundamentalmente el del Banega, cuyo partidazo no sirvió para evitar el desastre
El gol de Lenglet, nada más ponerse el marcador 2-4, añadió más emoción al partido, y también añadió capacidades al Betis al responder en un entorno más complicado. Con un gol nada más de ventaja, sin Fabián, lesionado, con medio equipo físicamente agotado, respondió el conjunto verdiblanco. 
En la magnífica segunda parte del Betis, además, se incorporaron jugadores que en la primera estuvieron flojos o mal. Francis se rehízo, Boudebouz entendió el partido, Sergio León asumió el papel de buscar espacios de forma excepcional, y atrás, con algunas lagunas, pero el Betis respondió con entereza solo rota por acciones individuales del Sevilla. Un Sevilla al que empeoraron los cambios y que por empuje tenía capacidad de respuesta, pero que en realidad hizo menos daño al Betis que en la primera parte. 
El caso es que el Betis no solo ganó, sino que disfrutó la victoria con el gol final, el brillante gol de Tello que devolvía al Betis a la escena de los derbis, una escena de la que había desaparecido y en la que ha vuelto con un puñetazo en la mesa. Bueno, más que puñetazo, con una manita en la cara del rival. 


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