¿Qué te han hecho, Sevilla?

¿Qué le han hecho a este Sevilla? ¿Qué piezas han roto, qué encajes han desajustado? ¿Cómo lo han despeñado? ¿Cómo juegan a día de hoy en este Sevilla jugadores como Mercado, Kjaer, Pizarro, Carole, Geis? ¿Qué suerte de mano negra ha dilapidado la competitividad casi genética del equipo nervionense? ¿Cómo se dilapida el patrimonio deportivo en unos meses? ¿Qué te han hecho, Sevilla?

El partido del equipo hispalense en Vitoria es un insulto al Sevilla. La imagen mostrada, la escasa competitividad, la ausencia de fútbol, de criterio, la ausencia de alma, de espíritu, es un insulto al Sevilla y al sevillismo. Este equipo está roto, está caído. El patrimonio deportivo de los últimos años está dilapidado, en apenas seis meses se ha tirado a la basura, y a mitad de enero se siguen esperando los remiendos. Debe ser que la espera no importa, que perder puntos tras puntos no importa, que perder encuentros no importa y que tirar la temporada por el garete no importa. El Sevilla ha desaparecido, la planificación deportiva lo está borrando del mapa y la falta de celeridad, de autoridad, de gestión, alimenta esa fuga.
El Sevilla a día de hoy es un equipo lento, sin jugadores con capacidad de generar peligro, que no tiene retorno ni sacrificio y en el que son titulares jugadores que no tendrían sitio en el 70% de equipos de Primera división El Sevilla sigue instalado en una indefinición absoluta. O más bien sigue instalado en una definición negativa. Las características que pueden describir a este equipo son casi todas negativas a día de hoy. Por definición, valga la redundancia, es un equipo lento. Porque la planificación así lo quiso y porque los entrenadores, Berizzo y ahora también Montella, insisten en potenciar esa falta de velocidad. Mercado no es apto para jugar de lateral en defensa de cuatro, Carole a duras penas cubre el nivel de Primera, necesita siempre dos o tres toque para ejecutar, Kjaer va a peor, defiende peor y da más espacio a los rivales, y arriba ni Nolito, ni Banega, ni Ben Yedder... no hay velocidad. Sin velocidad, no hay dinamismo, y sin dinamismo, el Sevilla no tiene sorpresa. Es un punto muerto del que el Sevilla no acierta a salir, en parte porque no encuentra una fórmula adecuada para salir de ese agujero negro y en parte porque no tiene futbolistas en el plantel para encontrar esa variante. O Montella no los ve. 
La primera parte, pues, fue nuevamente desastrosa. Apenas dos remates lejanos, de Banega y Geis, fue el balance ofensivo del Sevilla. Tampoco es que sufriera demasiado atrás, porque el Alavés es lo que es, pero ni encontraba ritmo ni juego ofensivo. El partido resultante de todo ello fue un peñazo, en el que el conjunto vitoriano ponía más garra, más fuerza, y el Sevilla ponía algo más de calidad, pero también más errores, sobre todo en el centro del campo. El lastre de Pizarro en las pérdidas fue imposible de superar para intentar crear fútbol. 
En todo el partido cambió esa dinámica del partido en el Sevilla. El lastre de la velocidad, de la generación de fútbol, acompañó al equipo casi todo el partido. Y a ello se unió la pérdida de confianza con el gol local, de Manu García, en una segunda jugada en un saque de esquina. De nuevo Kjaer evidenció que suena a broma que sea el defensa más caro de la historia, que suena a broma la planificación de la defensa. El partido del danés fue blando en general y blando en concreto. Como en cada acción trascendente dentro del área, falla, flaquea. Y dejar pensar al rival, darle tiempo al contrario es su modus operandi. Manu García aprovechó ese segundo de más de cine para marcar.
Además de que la confección de la plantilla es muy deficiente, ni Berizzo ni Montella han acertado en la mejor fórmula para sacar rendimiento a los jugadores; el Sevilla es nulo hoy por hoy
Montella intentó alguna que otra solución. Retrasó a Banega, sacó a Sarabia, a Muriel. Y el Sevilla, tras unos minutos de gran letargo, pareció despertar en el último tramo del encuentro, cuando el argentino empezó a entrar en acción. Pisó área y tuvo hasta ocasiones, sobre todo una muy clara de Nolito que se marchó por poco. Incluso tuvo superioridad numérica en los últimos diez minutos, con la expulsión de Duarte. 
Pero pisar área en este Sevilla no es sinónimo de nada, desde luego no es sinónimo de gol, casi ni de peligro. Por eso en cada llegada faltaba claridad, eficacia, remate, último pase. Faltaba fútbol. Llegaba el Sevilla porque además el Alavés le cogió miedo al partido, a la ventaja mínimo, y con uno menos ni encontraba contragolpes.
Pero el conjunto de Montella apenas inquietó. El partido se fue por el garete. El Sevilla perdió un encuentro ante un equipo en zona de descenso que lo único que pone sobre el campo es apenas garra. Y garra ya es más de lo que pone este equipo, nulo de fútbol, nulo de individualidades, nulo de competitividad. Nulo Sevilla. ¿Qué le están haciendo a este Sevilla?

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