Jugar en Sevilla llevo consigo mucho más que el fútbol. Y si no que le pregunten a Daniel Bertoni. Un crack futbolístico que aterrizó en el Sänchez-Pizjuán tras ser campeón del mundo con Argentina para convertirse en un pilar del Sevilla... y en un macareno más.
Así cuenta Pablo Blanco la historia cofrade de Bertoni: "Tú lo haces porque además de ser un tipo muy religioso, encajó muy bien en la idiosincrasia nuestra. Cuando llegó Bertoni aquí, que venía de ser campeón del mundo, hicimos una amistad bastante fuerte y lo llevaba a conocer Sevilla. Lo que a mí me gustaba, se lo enseñaba. Llegó a principios de temporada y con la relación de amistad la primera Semana Santa la vivió conmigo. Como sevillanos siempre mostramos lo que más nos gusta y en este caso me gusta la Semana Santa, lo mostraba y se sintió cautivado por la Macarena".
Blanco, compañero de Bertoni en el Sevilla, fue su cicerone en la ciudad: "Le comenté cómo se llamaba, que yo llevaba desde chico siendo hermano y me preguntó cómo se podía hacer esto. Le dije te presento yo como hermano, te haces hermano y puedes estar el tiempo que quieras. Estuvo el tiempo de los dos años del Sevilla y los cuatro años que se llevó en el Nápoles jugando, después se fue a Argentina y fue perdiendo contacto pero nunca dejó de tener ese contacto porque a una hija suya que tuvo en Sevilla le llamó Macarena por lo que siempre ha estado muy vinculado".
El actual director de la cantera del Sevilla comenta en ElDesmarque esa unión sevillana de Bertoni: "Viene de vez en cuando a Sevilla y cuando viene lo primero que va a ver es a la Virgen de la Macarena. De ahí viene su tradición aunque fue una cosa anecdótica de una amistad con un jugador que viene de fuera y le cautiva lo que es Sevilla y sus fiestas".