El Ramón Sánchez-Pizjuán se vistió este martes de largo para un partido con un enorme glamour, como lo era la ida de los cuartos de final de la Champions League frente al Bayern de Múnich. Una cita que, independientemente del resultado, dejó un ambiente extraordinario.
El himno del Sevilla sonó con fuerza y de una manera especial al tratarse de una cita de la enjundia de la que era. Las abarrotadas gradas del estadio nervionense cantaron con intensidad. Los cerca de 41.000 espectadores disfrutaron de esos prolegómenos tan especiales.