El Sevilla FC sigue sin ganar en Liga seis partidos después. Esta racha es producto de su alarmante falta de gol, y producto también de que enfrente ha tenido un Deportivo de La Coruña que entre sus muchos problemas también tiene el mismo. El partido en Riazor fue una batalla de gladiadores con espadas y lanzas de punta redondeada. Muchos golpes, pero ninguno mortal. Empate sin goles, lo máximo que se puede lograr si se falla una quincena de ocasiones entre asequibles, claras y clamorosas.
El Sevilla, como es lógico, salió al césped de Riazor pensando mucho en la final del próximo sábado, al menos a nivel de alineación, ya que sólo saltaron cinco hombres que tienen papeletas de ser titulares en el Wanda: Soria, Navas, Mercado, Correa y Banega. Layún como lateral zurdo, Carriço en el centro de la zaga, Geis y Pizarro como dupla y, sobre todo, Carlos Fernández en ataque daban el toque ‘exótico’ a un once nunca visto.
Pero eso no fue impedimento para que, en el césped, este cuadro inédito firmara una buena primera parte, con opciones de gol que no convirtió –igual que los titulares- y con desajustes que mostraban falta de compenetración –igual que los titulares-. De los ‘nuevos’, Geis volvió a demostrar que es un futbolista bastante más válido de lo que ha parecido durante la temporada –más que Pizarro-, que Layún al menos no tiene miedo a chutar, preciado tesoro en este equipo, y que Carlos Fernández tiene conceptos de delantero centro que no se han visto en todo el ejercicio.
El canterano tuvo la más clara, con un movimiento preciso y precioso pero que acabó con el balón estrellándose en Rubén, el pecado capital de todos y cada uno de los delanteros que pisaron el césped de Riazor, incluidos los deportivistas. Si los porteros fueron protagonistas, fue más por el desacierto continuo de los atacantes que por sus muchos aciertos. En todo caso, la apuesta de Montella por David Soria parece haber insuflado algo de seguridad al equipo, pues el madrileño estuvo impecable en el estadio en el que estuvo a punto de jugar como local esta temporada.
Si fue entretenida la primera parte, más aún lo fue la segunda, que comenzó con dos ocasiones casi seguidas de Mosquera y Banega cuando no se habían cumplido los primeros noventa segundos. El centro del campo no existía en ninguno de los equipos, pues Geis bajó su rendimiento cansado de enmendar la plana al inoperante Pizarro. Como el Sevilla tiene más calidad que un equipo que está muy cerca de descender, sus ataques eran más elaborados y bonitos, pero los nervionenses carecen de mordiente y una tras otra las ocasiones se iban al limbo. Que si Correa desde fuera del área, que si otro mano a mano que falla Sandro, que si el tiro de Banega toca lo justo en un defensor, que si los cabezazos van siempre a las manos de Rubén, que si los tiros de fuera del área se van a las nubes… Una lanza sin punta, roma.
Sin embargo si algo hay que temer de un equipo con tantas carencias como este Deportivo es su ataque. Hombres como Adrián o Lucas se ponen de gol con facilidad, pero por suerte para el Sevilla no tuvieron su día. Tampoco tuvo fortuna Borges, que estrelló un balón en el poste en el minuto 87 en uno de esos lances que huelen a muerto.
Quizás mereció más el Sevilla, pero también el Deportivo, por lo que todo acabó en un punto poco jugoso para los andaluces y casi condenatorio para los gallegos. Al menos queda la sensación de haber sacado lo máximo siendo incapaz de meter un gol. Un punto que le mantendrá con seguridad en puestos europeos cuando acabe la jornada.
Aunque el equipo que sacará Montella el próximo sábado en el Wanda tendrá poco que ver con éste, el mal que aqueja al Sevilla casi no entiende de los futbolistas que pisen el césped. Sin gol, un equipo como el Bayern Múnich te elimina sin ser mejor que tú y sin necesidad de que sean los suyos los que hagan las dianas. Sin gol, equipos de tu nivel acaban sacando siempre algo más que tú. Sin gol es prácticamente imposible ganarle una final a nadie, y menos al Barça de Messi y compañía. Lo único bueno es que cada vez se está más cerca de volver a ganar, y el Sevilla siempre ha sido muy dado a hacerlo en el momento más indicado. Y ese es el sábado.
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