El gran protagonista de este viernes en el Ramón Sánchez-Pizjuán ha sido, sin lugar a dudas y de principio a fin del partido, Joaquín Caparrós, que regresaba al banquillo local como entrenador del Sevilla FC quince años después y demostró que prácticamente nada había cambiado.
De hecho, la afición le recibió con aplausos y cánticos a su favor, proclamas que se repitieron varias veces durante el encuentro, especialmente en el tramo final, cuando la hinchada veía a un equipo que se dejaba la vida para aguantar el resultado, algo muy anhelado en esta temporada.
Fue todo un espectáculo volver a ver al utrerano en el área técnica. Bueno, realmente el área técnica la pisó poco, pues fue una constante verle fuera del recinto trazado para ello y, de hecho, se llevó constantes reprimendas del cuarto árbitro, incapaz de contenerle.
Las palmadas en la cara de Roque Mesa al ser cambiado, cómo le pedía a la grada un balón en el tramo final para aguantarlo, la invitación a Sarabia de eternizar su cambio y ser amonestado para perderse el partido ante el Real Madrid o cómo levantó a todo su banquillo en la tangana final son una muestra más de que Caparrós ha vuelto, y ha vuelto siendo más Caparrós que nunca.
Tras la entrega de sus jugadores, el técnico ha decidido darles descanso este sábado, un respiro para empezar a preparar una semana importantísima con los duelos ante el Real Madrid y el Real Betis. Casi nada.