Es Noticia
Sevilla FC
1-0
Real Sociedad

'Made in' Caparrós

Banega chuta el penalti con el que hizo el 1-0. (FOTO: Kiko Hurtado)
Basilio García

El sevillismo rejuveneció quince años este viernes en el reestreno de Joaquín Caparrós como entrenador de su equipo. El Sevilla FC ganó por la mínima, siendo intenso hasta que le dio la gasolina, metidísimo en el partido incluso cuando ya las fuerzas flaqueaban y dominando el otro fútbol, algo que en estos últimos años de excelencia parecía olvidado en Nervión y que ha regresado en apenas una semana de entrenamientos con este aire que no es nuevo pero sí que lo parece.

No llegó el décimo partido sin ganar gracias a un gol de penalti de Banega, pero sobre todo al trabajo conjunto de un grupo al que el entrenador parece haber hecho más solidario. Le ha echado alma sevillista, casta y coraje, esa que se ha echado de menos tantas veces –especialmente en la final de Copa- y que en días como el de hoy, en un partido que desde luego no pasará a la historia por su belleza futbolística, le sirve para llevarse tres puntos que le vuelve a hacer creer en sus posibilidades de estar en Europa la próxima temporada. Su obligación.
En su primer once, el utrerano se atrevió a poner a Nzonzi, que fue pitado al principio pero que no tardó en demostrar que es uno de los mejores de este equipo y, por tanto, tiene que jugar. Además, armó el centro del campo colocando a Roque Mesa al lado del francés y dejando a Banega más libre por delante y, por tanto, menos exigido. Con respecto al último once de Montella, también entraron Layún, por obligación ante la baja de Navas, y Sandro como delantero centro, algo que agradeció el jugador cedido por el Everton.
No se entiende que los canarios, especialmente Roque Mesa, no contaran para nada para el entrenador italiano, pues pueden ser ahora mismo los dos hombres con mejor estado físico del equipo, aunque el centrocampista acabara fundido y tuviera que ser cambiado. El conjunto de Nervión jugaba más arropado gracias a la solidez de ese centro del campo increíblemente inédito, pero también lo hacía estirándose para presionar muchísimo arriba mientras le durara la gasolina.
El sello Caparrós no se quedó sólo en el once, pues se dejó notar en un inicio en el que el Sevilla salió con hambre, con esa intensidad metida en vena desde el vestuario que le hacía llevarse casi todos los duelos y plantarse con asiduidad en el área rival. Parecía que no había cansancio en ese primer tramo, aunque sí se evidenció durante todo el choque la misma falta de gol que ha lastrado al equipo toda la temporada. Daba igual si era Sarabia, Sandro, Nolito o Banega, las ocasiones siempre quedaban en nada, bien por la falta de veneno, o bien por culpa de Moyá.
A estas alturas de temporada y teniendo en cuenta lo que ha sido el Sevilla en los últimos tiempos, lo normal es que esa intensidad bajara y lo hizo justo cuando empezó a aparecer Willian José, un delanterazo que hace jugar y da miedo al rival. Uno de esos que harían mucha falta por Nervión. Con el brasileño más activo, la Real comenzaba a dominar y el nuevo entramado defensivo sevillista tenía que emplearse al cien por cien, concediendo apenas un cabezazo de Willian José y una ocasión de Oyarzabal que quedó en nada. La defensa de Caparrós empezaba a mostrar que también sabía sufrir, dando una imagen contraria a las habituales bajadas de brazo de etapas ya pasadas, por suerte.
Pese a ese bajón, la primera parte acabó en el área de la Real Sociedad y así comenzó la segunda. A los 35 segundos de la reanudación Diego Llorente derribó a Sandro en el área y Éver Banega hacía el 1-0 con un disparo impecable. Por primera vez en meses el Sevilla se veía por delante en el marcador. Con prácticamente medio partido por delante y ganando 1-0. La ‘zona Caparrós’.
No es que el Sevilla rehusara ya a jugar, pero la piña en la que los jugadores celebraron el gol se transformó luego en un equipo que, sabedor de sus limitaciones, sabía que tenía que nadar y guardar la ropa. Que si se presentaba la ocasión de hacer el segundo no la iban a abandonar, pero que lo más importante era mantener su portería a cero, siendo capaz de aguantar incluso cuando Imanol introdujo en el césped a Juanmi y a Jon Bautista, formando una tripleta atacante que hizo sufrir a un equipo muy cansado.
Los futbolistas sabían lo que quedaba, también la grada, que esta historia ya la conoce. Para ganar hay que hacerlo con todo, sobre todo cuando se está tan justito… que si un cambio eterno, que si un balón que no vuelve de la grada, que si una amarilla en buen momento, que si una tangana que corte al rival en el último momento… Todo vale para Caparrós, y todo valía este viernes para el Sevilla y el sevillismo.
Desde la cúpula del club se entendió que sólo la filosofía guerrera del utrerano podría levantar esto. De momento ha puesto la primera piedra siendo fiel a su estilo. Una victoria ‘made in Caparrós’. Valen tres más como ésta.


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