Uno de los grandes protagonistas del partido que este miércoles enfrentaba al Sevilla FC y al Real Madrid ha sido Sergio Ramos, que regresaba al Sánchez-Pizjuán casi un año y medio después de los dos partidos de la pasada campaña, en los que se recrudeció su enfrentamiento con la afición blanquirroja.
Donde hubo fuego siempre hay rescoldos, aunque en esta ocasión la batalla entre el camero y la hinchada del equipo en el que se formó fue más ligera que otros años.
A su llegada al estadio apenas se escucharon algunas críticas por parte de algunos de los seguidores que esperaban los autobuses de los equipos. Luego, ya en el estadio, fue el primero en salir a calentar del equipo visitante, teniendo que escuchar algunos pitos.
Antes de comenzar el encuentro, Sergio Ramos se fundió en un abrazo con Joaquín Caparrós, el entrenador que le hizo debutar en la élite y al que le debe tanto. Ya con el balón en juego, la grada le silbó en los primeros balones que tocó, reduciéndose la intensidad a medida de que pasaban los minutos.
El punto álgido del enfrentamiento entre el capitán madridista y el sevillismo llegó poco antes de la hora de partido, cuando el central tiró una falta desde la frontal que no encontró puerta por poco. Dos minutos después, Mateu Lahoz pitaba un penalti a favor de los merengues y, una vez más, Ramos pedía tirarlo. Otra vez, como en la pasada temporada, con Soria enfrente y en la portería de Gol Norte, pero con un desenlace diferente, ya que el portero madrileño aguantó el envite y el disparo se fue al larguero. En esos momentos se escucharon algunos insultos, pero tapados por la bronca de la hinchada en general.
De ahí en adelante un final un tanto inesperado. Primero, una bronca más tras cortar una contra con la mano y ver la tarjeta amarilla. Segundos después, el camero fue clave en el tercer gol sevillista, ya que desvió lo justo el centro de Mercado para que la pelota entrara tras tocar en el poste.
En el descuento, de nuevo Mateu pitó un penalti a favor del Madrid y de nuevo lo tiró Ramos, que esta vez batió a David Soria. Pidió perdón con las manos el madridista, pero se ganó otra bronca del respetable. Eso sí, esta vez la sangre no llegó al río.