El Sevilla disfrutará este jueves de su puesta de largo oficial, en la primera de las tres rondas previas que debe superar si quiere estar en la próxima fase de grupos de la Europa League. En frente, el Újpest de Hungría, un equipo a priori desconocido para la mayoría de los amantes al deporte rey pero que guarda una historia más llamativa de lo que parece y en la que aún queda en el recuerdo el haber sido uno de los equipos más históricos del viejo continente, paladeando la gloria hasta ser maltratado por la guerra y caer en el olvido.
20 títulos de Liga y 10 de Copa avalan a uno de los equipos más históricos de Hungría, que vive una época de reconversión tras caer casi en el olvido a finales del siglo pasado. Desde su fundación a finales del siglo XIX el Újpest se erigió como el equipo referencia de su país y uno de los más colosos del viejo continente, alzándose incluso con dos Copas Mitropa, el antecedente a la Copa de Europa, además de ser una de las principales bases nutrientes de la Hungría subcampeona en el Mundial de 1938 con hasta 5 internacionales.
Pero la historia más llamativa del club la firma Sandor Szucs, defensor del Újpest que terminaría siendo asesinado por amor por el gobierno comunista. Allá por la primavera de 1950 y recién salido de la Segunda Guerra Mundial, el jugador del Újpest Dosza (Así apodado al ser reconvertido como el equipo de la policía) conoció a Elizabeth Kovacs, una famosa cantante y actriz que empezaba a maravillar a todo el país.
Un encuentro que propició el marido de la artista y seguidor del Újpest, que tardaría mucho en saber lo que se avecinó tras esa reunión. Desde aquel entonces el jugador y la cantante se enamoraron y tras ese primer enlace sonó el teléfono de Elizabeth. Era Szucs, que la invitó a salir. El resto es historia.
Pese a que ambos estaban casados, la mujer dejó a su marido y pese a que intentaron ocultar en secreto su relación y evitar un escándalo, la fama de los protagonista hacía que el hecho de que saliera a la luz pusiera en juicio los valores morales del gobierno popular y el caso llegó al Ministerio de Interior.
Jozsef Dudás, responsable de la policía, llevó el caso y haciendo gala de su característica mano dura interrogó a la cantante para demostrar que existía esa relación. En el lado contrario, el presidente del Újpest también llamó al jugador y fue tajante: "O pones fin a esa relación o irás a un sitio en el que tus piernas no te podrán ayudar".
Por aquel entonces el hecho de ser futbolista te brindaba ciertos privilegios en la sociedad pero el gobierno no podía permitirse que un hombre tan popular protagonizase tal escándalo y ante las constantes amenazas la pareja decidió escapar a occidente. El objetivo, entrar en Italia sea como fuere. De hecho la única solución fue ponerse en contacto con un contrabandista que les ofrecía introducirlos en terreno extranjero a cambio de 5.000 libras esterlinas.
No obstante quién le iba a decir a Sandor que serían sus propios compañeros los que denunciaron sus intenciones ante la AVH, que vigilaba durante las 24 horas a la pareja. Allá por el 6 de marzo, ambos salieron de Budapest con una pistola bajo el brazo y apenas unas horas después de salir se toparon con un control rutinario. La policía fingió no saber quienes eran pero lejos de zafarse, a pocos kilómetros les rodearon patrullas de la AVH, que los llevaron a la calle Andrassy, donde fueron sometidos a tortura durante varios días.
10 días después, el tribunal dictó sentencia. Pena de muerte para Sandor Szucs en la horca y cuatro años de prisión y cinco de privación de actividad pública a Elyzabeth. El 26 de mayo fue ratificada la sentencia.
Erzsi trató por aire y tierra que se anularan los efectos de la sentencia y Sandor Szcus incluso pidió ayuda a sus compañeros de selección, entre ellos a los históricos Grosics y Puskas. Estos llegaron a pedir clemencia a Mihaly Farkas, ministro de defensa, pero no hubo perdón. El 4 de junio de 1951 se ejecutó la condena en secreto, una seria advertencia a todas las estrellas del combinado húngaro que querían dejar el país.
La mujer, encarcelada, no se enteró de la muerte de Szucs hasta 1954 y posteriormente incluso tuvo que marcharse del país, para no volver hasta 14 años después. Hoy, a sus 84 años, vive en Budapest y hay una escuela de fútbol que lleva su nombre y su figura está considerada como uno de los mártires húngaros de la época estalinista del país.
Tras el término de la Segunda Guerra Mundial, llegaría la época dorada del club, con siete ligas seguidas y otras tantas copas en los años 70, convirtiéndose en el monopolizador del fútbol húngaro y casi europeo. No obstante la caída del fútbol húngaro también condenó al Újpest, que acompañado de la caída del comunismo terminó con un descenso y unos problemas económicos casi insuperables para la entidad, que terminó cayendo al olvido.
Un gigante arrodillado que ha tenido hasta 8 denominaciones, vive en un fútbol que lleva profesionalizado 19 años y que ahora intenta resurgir de la mano de su gente, la clase baja de Budapest, que hoy vuelve a disfrutar de su equipo en Europa, aunque sin el brillo de antaño. Guerras, amor ciego y fútbol popular resume la historia del Újpest, uno de los grandes olvidados del viejo continente.