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El caramelo quitado de la boca

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Una oportunidad perdida. Una victoria esfumada, una ocasión inmejorable que se ha deshilachado entre los dedos, un caramelo quitado de la boca cuando ya se saboreaba. El empate del Sevilla en Mestalla, quizás a priori hasta válido, es doloroso como pocos. Por la forma, porque el Sevilla fue superior, porque pudo matar el encuentro (dos palos con 0-1) y porque el triunfo habría supuesto un golpe tremendo en la mesa del campeonato. Pero esa falta innecesaria de Muriel, esa salida en falso y ese gol de Diakhaby propiciaron un empate que, siendo válido, duele.

Y duele porque el Sevilla hizo mejor partido, en líneas generales, que el Valencia. Más inteligente, más férreo, más sólido. Y de hecho tuvo la oportunidad en la segunda mitad, una vez se puso por delante en el marcador, de matar el encuentro de forma notoria. Estrelló dos balones al palo, tuvo contragolpes claros, pero no echó mano de la eficacia de otros días y acabó pagándolo con ese gol en el descuento del conjunto che.

Más allá del empate y el sabor agridulce, sería injusto no rescatar y destacar bastantes méritos del Sevilla en Mestalla, un campo complicado al fin y al cabo. Sobre todo en defensa. Los tres centrales estuvieron enormes, gigantes, abortando todo lo que el Valencia propuso arriba. Promes creció, fue de menos a más hasta acabar dando goles como carrilero, aunque lo malograra André Silva. Y hasta haciendo una gran labor defensiva. Fue de hecho, la defensa, lo mejor de un Sevilla que dejó escapar los puntos por su falta de acierto en los últimos metros.

Banega y Mina pelean por el balón en Mestalla (Foto: David González).

Los dos equipos estuvieron bastante más acertados en defensa que en ataque. Un claro ejemplo fue la primera mitad de Quincy Promes, un jugador que en el Sevilla parecía llamado a marcar diferencias ofensivas y que ante el Valencia, como carrilero (Aleix y Navas están lesionados), fue mucho más fiable en defensa que en ataque, donde estuvo impreciso.

Destacaron además más los centrales, Mercado, Kjer, Gómez... ante las intentonas ches, que fueron numerosas pero poco clarividentes, pues el sistema defensivo sevillista funcionó de forma notable tanto colectiva como individualmente.

Otra cosa era cuando el Sevilla miraba hacia adelante. Apenas lo hizo durante la primera mitad, en la que solo un tímido remate de Escudero se llevó a la boca. Por lo demás, casi nada, ni cuando tuvo su fase de control del juego, unos 15 minutos aproximadamente. Ni tampoco cuando encontró espacios a la contra. Cuando la pelota se acercaba a Neto, la claridad desaparecía y aparecía un zaguero che para rebañar la pelota. Con tan poca precisión en las fases del juego constructiva, con pérdidas numerosas de pelota de todos los miembros sevillistas, se fue fiando más a los robos que a la construcción.

Tampoco el Valencia proponía demasiado. Se veía impotente porque no generaba oportunidades, salvo una temprana que salvó Vaclik y que luego habría salvado el VAR, porque era en fuera de juego.

Sergi Gómez y Kajer persiguen a Rodrigo.

Por todo ello, la primera mitad resultó tensa, fuerte, agresiva, pero poco divertida. Y en el caso del Sevilla, nula en ataque y buena en defensa. En la lectura fue bastante sencilla.

Ninguno de los dos equipos, de los dos entrenadores, quiso agitar demasiado el árbol en el descanso. El Valencia porque no quería desmadrar el partido de inicio y el Sevilla porque tampoco se inquietaba con el empate.

Pero entre tanta igualdad, entre tanto respeto, fue el Valencia el que se resquebrajó y el conjunto sevillista el que encontró la eficacia. Por medio de Promes, que en la segunda mitad sí que encontró espacios y fue más ambicioso en sus subidas, el equipo de Machín empezó a tener más presencia en ataque, y en una de sus subidas y asociaciones con Sarabia, encontró una jugada, un remate defectuoso de Ben Yedder y un movimiento inteligente del madrileño, que cazó la pelota mordida y batió, en posición correcta, a Neto.

El gol le sentó mejor al Sevilla que al Valencia, que se desarboló y perdió las formas y la forma. El equipo nervionense encontró espacios y durante varios minutos tuvo la sentencia del encuentro en su mano. Banega tiró al palo, y sobre todo André Silva desperdició una clara ocasión en un jugadón de Promes. Además de esas ocasiones, fueron otras muchas contras mal manejadas o interpretadas, en las que no encontró remate el Sevilla.

El Valencia no pudo en juego, casi nunca, crear peligro a Vaclik, pero sí lo hizo a balón parado. En varias ocasiones. Y así llegó el empate local que apaciguó la pañolada, en una falta un tanto absurda de Muriel, cuyos minutos de nuevo son de castigo absoluto al equipo. Parejo la puso de cine, Vaclik tuvo una salida fallida y Diakhaby se adelantó para lograr el empate. Que a la larga es más positivo para el Sevilla que para el Valencia, al que mantiene a 10 puntos. Pero a la corta es un gran premio para los che y castigo para un Sevilla que pudo sacar tres puntos de oro en Mestalla.

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  1. Manuel Lorenzo Oterino

    Porque no actuó el Varón,en el gol del Valencia?