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Más que eliminado, humillado

Juan Soriano se lamenta ante la celebración de los jugadores del Barça.
Juan Soriano se lamenta ante la celebración de los jugadores del Barça.
DMQ
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El Sevilla se ha despedido de la Copa con todo merecimiento este miércoles. El Barcelona le endosó una manita, seis goles, que demuestran que este equipo muestra una debilidad de carácter, de juego, de firmeza, cuando delante se le presenta un grande fuera de casa. Ya no es perder, que puede y suele perder, es que ante el Real Madrid, ante el Barcelona... a domicilio el Sevilla no da la talla. Ante este Barça el conjunto nervionense recibió seis goles, seis. Un nuevo ridículo que suma en los partidos importantes, en los que ni el equipo ni la plantilla ni el entrenador dan la talla.

Le viene grande hoy por hoy a este equipo este tipo de duelos. Porque le falta carácter, porque incluso el entrenador parece menguar, perder sus virtudes, porque se achican si Nervión no está detrás. Porque no suelen creer de verdad en la victoria y porque se convierte en un pelele en manos de un niño grande.

El Sevilla, ante los grandes, lejos de casa, ni muestra carácter ni da la talla, y suele acabar goleado y ridiculizado, como en este partido

Ya es un síntoma. Que el Barcelona o el Real Madrid te ganen es habitual, más con este equipo, pero no dar la talla, recibir goles y goles, un saco, es sintomático. De que el planteamiento no es el bueno, de que además cuando falla algún titular el nivel se resiente.

Llegar con un 2-0 y despedirte de la forma que lo ha hecho el conjunto de Machín, cayendo goleado y desnudado, destapa carencias. Desde la evidencia de que en la portería a Juan Soriano aún le queda para acercarse al nivel de una titularidad (erró en el 2-0, en el 3-0...), hasta otra evidencia, que estos partidos le vienen grande al entrenador, que tiene cosas buenas pero también defectos que salen a relucir claramente ante los grandes rivales, ante los grandes escenarios.

El Sevilla se despide de la Copa con merecimiento, porque su imagen y su forma de afrontar el partido del Camp Nou es firmar una eliminación y no merecer estar entre los cuatro mejores de la competición.

El guion de siempre

Si hay un guion del Barcelona escrito en el Camp Nou, siempre se lleva a cabo ante el Sevilla. El equipo culé aprieta arriba, llega, tiene ocasiones, provoca jugadas polémicas y marca. El Barça apretó desde el principio ahogando la salida de balón nervionense, sobre todo de Amadou y Arana, y sacó rédito de ello. Messi, que esta vez estuvo en el campo, hacía diabluras y creaba superioridades por aquí y por allá. Y luego está la polémica, la de un penalti que quedará en los anales del debate, pero que en el Camp Nou siempre caen del lado local. El caso es que antes del cuarto de hora ya tenía el Sevilla reducida su ventaja con el gol de penalti (Promes a Messi) de Coutinho.

Es cierto que, aunque el Barça se mostró dominador y cada vez que llegaba creaba y generaba peligro, el Sevilla también dio la réplica. De hecho, tuvo en su mano igualar el partido y aclarar el panorama en varias ocasiones, pero se encontró con Cillessen. Primero en un taconazo de André Silva tras un jugadón de Promes, y casi seguido en un penalti parado a Banega. No lo tiró bien el argentino y el holandés lo adivinó. Fue un jarro de agua fría para un Sevilla que sabía que la eliminatoria dependía de marcar.

Banega falló un penalti en la primera mitad que bien pudo cambiar el desarrollo del encuentro, y el Sevilla casi que no volvió a aparecer hasta que el Barcelona se puso ya con 4-0

Y claro, el Sevilla perdonó pero el Barça no. Por increíble que parezca, el conjunto no necesitó de Messi para hacer el segundo, y además encontró hueco por el centro, donde los de Machín eran multitud, tres centrales, dos pivotes... pues por ahí, por el centro, llegó la asistencia de Arthur en profundidad que tocó sutilmente Rakitic para hacer el segundo y dejar a Juan Soriano como una estatua.

El equipo andaluz tuvo algo de arrojo los minutos siguientes. Banega no estaba acertado, tampoco Sarabia, pero se apoyó en Promes y Roque Mesa para al menos llevar la pelota arriba, aunque André Silva se sentía, se veía desasistido.

No varió nada Machín tras el descanso y el encuentro siguió su curso, que no era otro que el del Barcelona. Con casi toda la segunda parte por delante Coutinho y Sergi Roberto ya habían puesto por delante en la eliminatoria a los de Valverde, con suma facilidad y con la colaboración de Juan Soriano, sobre todo en el 3-0. A veces, las apuestas arriesgadas suelen ser nocivas injustamente hasta para el meta canterano, que queda marcado en partidos como este, aunque tiempo tendrá para hacerlo olvidar. El caso es que el Barcelona consumó la goleada.

Los cambios de Machín que frenaron al Sevilla

Pero aún así el Sevilla cogió un tren del partido. Un fallo de Cillessen en la salida de balón permitió a Banega asistir a Arana y este disimular su mal partido con un buen gol. Fueron minutos, hasta que Machín intervino desde el banquillo, buenos para el equipo, en el que generó llegadas. Pero para el último cuarto de hora el técnico decidió quitar el motor del equipo por partida doble, metido en la eliminatoria, quitó a los generadores de fútbol, Roque Mesa y Banega. Y se acabó el Sevilla. Por más que hubieran salido Vázquez y Ben Yedder, el Sevilla estaba mutilado.

No hizo nada más el Sevilla en ataque en todo el partido, pero sí el Barcelona, que aprovechó dos jugadas a balón parado del equipo de Machín para consumar el set que le endosó. El laboratorio de Machín a balón parado parece estar cerrado. El caso es que el Barcelona acabó partiéndole la cara al Sevilla, que demuestra que no da la talla, que es humillado, que es vapuleado cada vez que se enfrenta a un grande lejos de casa.