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Empezó con Rayo y acabó en vendaval

Munir celebra uno de los goles ante el Rayo (Foto: Kiko Hurtado).

El Sevilla ha logrado una victoria que no por esperada, previsible o cómoda es menos importante. Ha goleado al Rayo Vallecano en un partido de diferencia sideral entre ambos equipos en el que generó multitud de ocasiones y pudo marcar mínimo el doble de las que hizo. Pero sobre todo suma tres puntos que lo colocan en una posición inmejorable para atar la clasificación europea cuanto antes (9 puntos al Alavés, octavo, con 12 en juego) y le permiten de nuevo retomar la pelea por la Liga de Campeones tras el varapalo de Getafe.

El equipo de Joaquín Caparrós ha tomado la sana costumbre de ser fiable, menos cuando las circunstancias se vuelven en contra (Getafe) o cuando el fútbol no acaba de hacer justicia (Valencia). El caso es que es sólido y pocas veces se deja ir, porque compite en todas sus facetas. Ante el Rayo, con ese nivel competitivo, debía bastar, y tanto. Aprovechó el partido para reconciliarse consigo mismo y también para aprovechar los tropiezos ajenos, sobre todo los del Valencia, Alavés y Betis.

Aluvión de ocasiones

El triunfo, contundente, la goleada al Rayo, permite al Sevilla casi amarrar virtualmente una plaza de Liga Europa, que sin ir más lejos costó sudor y lágrimas la pasada campaña, y mirar con optimismo la recta final de la Liga para pelear por la cuarta plaza con Getafe y Valencia.

Bien pudo decidir el Sevilla el partido en la primera mitad. Tuvo ocasiones de sobra para hacerlo. De todos los colores. Pero entre la ineficacia nervionense y el buen hacer de Alberto, el mejor del Rayo de largo, el conjunto madrileño logró mantener la portería a cero. Pero la realidad es que el conjunto de Caparrós era tremendamente superior al de Jémez. Casi ni necesitaba crear ni generar en estático. Bastaba con presionar la salida de balón para que al conjunto capitalino, que tiene pie y medio en Segunda tras el día de hoy, se le saltaran las costuras, perdiera la pelota y dejara espacios por todos lados para que los hispalenses los aprovecharan, los corrieran y llegaran al área rival casi sin esforzarse.

Jesús Navas por la banda derecha disfrutaba de su autopista, Munir por la izquierda se activaba continuamente, y el equipo de Caparrós, con jugadores ofensivos casi desde la defensa, movía la pelota rápido y raudo para crear superioridades con sencillez. Bastaba un pase de Banega, una apertura de Roque o una carrera de Navas para crear una ocasión.

Con todo, al final de la primera mitad llegó el Sevilla algo ansioso, precisamente porque veía que llegaba y llegaba y no marcaba.

Y Promes abrió la lata

Pero era demasiado abrumador el dominio, demasiada abrumadora la superioridad. Por más que Jémez quisiera frenar las acometidas locales con algún cambio (Tito por Moreno), el Sevilla seguía llegando. Fue Promes el que rompió esa ansiedad del gol con un subida y una doble ocasión, ejemplo de lo que hasta entonces había costado abrir la lata. El holandés, muy incisivo, que ya tuvo remate peligroso en la primera mitad, probó a Alberto y anduvo raudo y listo para buscar su rechace y marcar su segundo gol en LaLiga, un tanto que hace justicia a su actividad desde el lateral y a su polivalencia toda la temporada.

Ahí acabó la resistencia del Rayo. Apenas dos minutos después Sarabia hizo lo que sabe, asistir, y Munir, aprovechando la debilidad de la zaga madrileña, ejecutó al bueno de Alberto, que vio su trabajo tirado en parte a la basura.

Ya todo fue coser y cantar. Munir hizo doblete tras una ocasión clara de Ben Yedder, pero poco después encontró premio el francés, VAR mediante, para anotar su gol número 17 y romper su mala racha del último mes.

El partido aún dejó una perla más, una alegría más, en forma de gol, de golazo, de Bryan Gil. Una nueva asistencia de Sarabia permitió a la joya de la cantera nervionense marcarse un recorte de crack en el área chica y marcar su primer gol como profesional. Tarde-noche feliz para el sevillismo y Europa que se acerca, ya veremos en qué versión.

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