Es 12 de mayo de 1993. Entre el estruendo del fuego de artillería, las bombas y el temor más absoluto, 22 hombres disputan el último partido que se recuerda en la ciudad de Agdam. De local, el FK Qarabag, un equipo fundado en 1951 y que desde entonces, por la maldita guerra entre Azerbaiyán y Armenia, jamás volvería a jugar como local.
Unos años antes, en 1988, estalló una guerra entre ambos países por la disputa del territorio Nagorno-Karabag. El detonante a una situación insostenible, que obligó a un millón de personas a emigrar hacia el este... para instalarse en Bakú. Entre aquel estruendo nacieron Rashad Sadygov y Gara Gariyev, dos estrellas ahora en el Qarabag pero en cuyos oídos todavía retumba el sonido de las bombas de hace un par de décadas.
Más de un cuarto de siglo hace que el Qarabag no juega un partido como local. La entidad tuvo que refugiarse en Bakú, al igual que miles de personas, aunque ya está asentado en la ciudad. De su último feudo ya sólo quedan ruinas, pues ahora la ciudad está en manos de la República Independiente de Nagorno.
Pero el fútbol, como la vida, siempre da nuevas oportunidades. Rashad Sadygov y Gara Gariyev capitanean el conocido como "Club de los refugiados". Y de la pobreza y la guerra, a la élite europea. Hace unos años ya entraron en la historia, al ser partícipes del primer equipo que consiguió un punto en Champions, ante el Atlético de Madrid.
"El conflicto bélico está presente en la vida del club, tenemos dos jugadores que vivieron muy de cerca la guerra", relataba por aquel entonces el preparador físico.
Y es que Gariyev se crió en un campo de refugiados, jugando donde podía. De hecho el primer equipo de Agdam lo entrenaba Allahverdi Bagirov, convertido ahora en un héroe nacional pues dejó el fútbol para luego perder la vida en la guerra.
Este abandonó el fútbol para crear su propia tropa, aunque una mina antitanque acabó con su vida. Ahora todos los partidos hay una pancarta en el estadio de Bakramov que lo recuerda. "Es muy duro representar a una ciudad que no existe y espero que en poco tiempo podamos volver a nuestra ciudad", relataba el técnico Gurbanov hace un par de años.
Una vez al año el club participa en los actos conmemorativos con un homenaje y de vez en cuando, el club invita a los veteranos a los partidos o a viajar con el equipo. Y es que ya lo saben, el fútbol es como la vida y la vida es el fútbol. Una entidad que no sabe lo que es jugar como local desde hace 24 años pero que ahora sueña con la gloria. La gloria de volver a disfrutar de la vida, de soñar con un retorno a casa, de dejar claro a Europa que tras los focos de la élite existen miles de historias maltratadas por la guerra. Ahora, esperan al Sevilla FC...