Las grandes obras del Sánchez-Pizjuán (II): La gran ampliación

Se levantó en 1958 y desde entonces se convirtió en el gran templo del sevillismo. El Ramón Sánchez-Pizjuán se construyó en Nervión, una zona que por aquel entonces estaba en plena expansión y de aquel solar que compró el club dos décadas antes de levantarse el estadio y ahora prácticamente no queda nada.

De hecho, los más antiguos del lugar recuerdan que la parcela que actualmente es la explanada de Gol Sur era un campo de algodón. Es más, lo único que queda de la manzana en la que el Sevilla FC construyó su gran estadio es una majestuosa palmera, que aún se levanta enhiesta en Luis de Morales, muy cerca de la esquina con Eduardo Dato.

El estadio Sánchez-Pizjuán se inaugura en septiembre de 1958, pero lo hace sin estar terminado y los primeros trabajos son para completar el graderío de la tribuna alta de Preferencia, que se termina en poco tiempo y, de hecho, se inaugura esa misma temporada.

Un año más tarde, en 1959, el coliseo blanquirrojo se convierte en el segundo estadio de la ciudad en contar con luz artificial. El primero que la tuvo fue el del CD Puerto, situado en el lugar donde hoy se levanta el Edificio Elcano, muy cerca del puente de Las Delicias. Aquel club lo absorbe el Sevilla, otorgándole su plaza al Sevilla Atlético.

La iluminación quedó inaugurada el 7 de mayo de 1959, en un partido amistoso contra el Bayern de Múnich que ganaron los alemanes por 1-5. Además, el club contaba con un campo de entrenamiento conocido popularmente como ‘el campo tapiado’, que se encontraba en una manzana cercana al Gol Norte en la que hoy en día se concentran numerosos sevillistas en la previa de los partidos.

La culminación de los goles del Sánchez-Pizjuán

Sin embargo, la primera gran ampliación del estadio tardaría en llegar, aunque realmente no suponía sino la terminación del proyecto inicial. El club estaba sumido en una crisis institucional, provocada en buena parte por el hecho de haber levantado el cuarto estadio de su historia sin ningún tipo de ayuda externa. En esta época, bajo la presidencia de José Ramón Cisneros Palacios, se construye la actual Ciudad Deportiva, pero el gran hito patrimonial se llevó a cabo bajo la presidencia de Eugenio Montes Cabeza.

Bajo su mandato, el Sevilla regresó a la máxima categoría del fútbol nacional en la temporada 74/75 –poco después de haberse librado de un descenso a Tercera que habría sido demoledor-, y una campaña después se culminaron las gradas altas de los dos goles del estadio. Para ello se volvió a movilizar el sevillismo una vez más, suscribiendo aportaciones voluntarias de 50 pesetas entre finales de los 60 y principios de los 70, llegando a colaborar con 11 de los 60 millones de pesetas en los que se fijó el presupuesto. Se suscribió un crédito con la Delegación Nacional de Deportes.

Las obras fueron dirigidas por el arquitecto José Galnares Sagastizábal, el ingeniero Antonio Sánchez Rico, y el vicepresidente del club y constructor Gabriel Rojas, el gran valedor de esta reforma que una década después alcanzaría la presidencia tras la dimisión de Montes Cabeza.

Como curiosidad, las obras se realizaron mientras se disputaban los partidos, como se puede comprobar en las fotografías facilitadas por el Área de Historia del Sevilla. Además, a finales de los 70 se colocaron unas vallas separando el césped de la grada, que apenas duraron unos años.

El estadio alcanzaba una capacidad superior a los 70.000 espectadores, difícil de cuantificar con exactitud al ser la mayoría de sus localidades de pie, quedando por fin cerrado tal y como lo diseñó Manuel Muñoz Monasterio y lo soñó Ramón Sánchez-Pizjuán.