La única tormenta fue Elsa

El Sevilla FC ha hecho los deberes en Riazor en su enfrentamiento ante el Bergantiños en la primera ronda de la Copa del Rey. Con lo mínimo, el equipo europeo se llevó la eliminatoria por la mínima ante el de Tercera División, en un choque marcado por el intenso aguacero que cayó sobre La Coruña durante absolutamente todos los segundos que duró el partido.

Lopetegui decidió meter un once reconocible, porque no estaba la cosa para sustos. De hecho, algunos como Koundé, Joan Jordán, Óliver u Ocampos son habituales titulares en LaLiga Santander. Además, mientras transcurría el partido fue metiendo a otros de los jugadores que en mejor forma están, como Banega y Munir. Como es habitual en la serie de aburridísimos partidos intersemanales que lleva el equipo esta campaña, también dio oportunidades a los menos habituales, sin que ninguno tocara a su puerta de cara al partido del sábado en Palma de Mallorca.

La nueva Copa del Rey inventada por la RFEF es menos atractiva con los equipos más modestos jugando lejos de sus también modestos campos. En la mayoría de los casos, los estadios son aún más modestos que los equipos y en duelos de este tipo actúan como pieza clave. Que se lo pregunten al Jaén ante el Alavés. En este caso tampoco es que Riazor ayudara a que el Sevilla se encontrara especialmente cómodo. La cruz de guía de la borrasca Elsa entró por La Coruña y dejó más agua allí en hora y media que en los Viernes Santo de la última década. Era lo que le faltaba al ya maltrecho césped del estadio coruñés, que acabó siendo un barrizal en el que jugar al fútbol era casi imposible. Menos mal para el Bergantiños que el Deportivo no podrá aferrarse al estado del césped si no gana el viernes, porque no le gana a nadie desde agosto esté como esté la hierba.

El partido fue muy aburrido desde el inicio. El Sevilla sacó los servicios mínimos y estuvo a punto de llevarse un disgusto en un tramo final lamentable. El Bergantiños salía con ganas de gustarse y demostró que fútbol hay en todas las categorías, pero en velocidad y fondo físico nadie gana a la élite. Llevaban peligro los gallegos en los centros, precisamente el gran lunar de los de Lopetegui, pero fue en una jugada a balón parado en la que se adelantó el Sevilla. Joan Jordán sacó un córner y Koundé, prácticamente solo, remató a la red cuando se cumplía el cuarto de hora de partido.

En el resto de la primera mitad, cuando el césped aún aguantaba, se dedicaron los hispalenses a mantener el cuero e ir cansando a un Bergantiños al que ya antes del descanso le empezaban a flaquear las fuerzas.

Tras el descanso intentó el Sevilla acabar por la vía rápida con el partido, con un Dabbur activo. Entró Rony Lopes por Ocampos y el ataque sevillista fue más dinámico. De hecho, de sus botas surgió una de las más claras, pues un centro suyo lo despejó Cristopher, pero Dabbur, a portería vacía, se encontró con un defensa y el rebote se fue al poste. El israelí volvió a mostrar sus ganas de hacer cosas y fue, junto a Jordán, el hombre que parecía tener más ganas de ganar, pero tampoco tuvo fortuna de cara al gol. Como ese es el sino de los delanteros sevillistas, también Chicharito se encontró con el pose un cuarto de hora después. Como dato a tener en cuenta, por cierto, los jugadores de banda enviaron más de 30 centros al área. Todos inocuos salvo el córner sacado por Jordán en la primera mitad.

Con la hierba levantada a cada metro y la lluvia cayendo por castigo, el Sevilla se hartó del partido a 20 minutos del final. Y lo que suele pasar en estos casos es que la relajación da opciones al débil. Especialmente la de Bono, que en los últimos minutos dio un sainete de despejes que a más de uno le puso el corazón en la boca, especialmente a Lopetegui. Por suerte, la única tormenta que pasó por Riazor fue Elsa. El Sevilla estará en el bombo de la segunda ronda de la Copa del Rey.