Dice la mitología que el Ave Fénix resurgía, alado, de sus cenizas. Y que recuperaba el vuelo llameante y con sus alas de fuego. Pero en estos tiempos de tanta revisión, el Sevilla ha aplicado el VAR a la leyenda y la ha modernizado. El Ave Fénix ya no resurge de cenizas, sino de pedacitos de piedra, en los que se había roto el conjunto de Lopetegui. Y no toma vuelo con fuego, sino con acero. Porque el Sevilla ha dado este domingo un golpe encima de la mesa de la pelea por la Liga de Campeones. No definitivo, para nada. Pero sí trascendente, porque cuando parecía que se descolgaba ha tomado la delantera.
Un triunfo sí. Un triunfo pero trascendente como pocos. Porque es ante un rival directo, porque en Getafe apenas habían ganado el Real Madrid y el Barcelona. Porque venía el equipo de Bordalás de una racha huracanada de victorias (Valencia, Ajax...). Y porque el Sevilla supo entender el partido para darle dos dosis de su propia medicina a un Getafe absolutamente impotente ante la meta sevillista.
Otros días falló Julen. Últimamente más si cabe. Pero ante el Getafe lo ha bordado. Por el resultado final y por el momento de la temporada en la que ha tenido la calma para adaptarse a un partido en complicadas circunstancias. Podría decirse que el Sevilla se disfrazó de Getafe para aniquilar a los azulones. Pero más allá de esa lectura, que no por incompleta es errónea, habría que decir que el Sevilla se ha hecho fuerte en sus virtudes y a partir de ahí ha mejorado hasta en sus carencias. La decisión de jugar con cinco atrás, con un portentoso Gudelj, o la de jugar con una medular guerrillera dio magníficos resultados.
Comentaba Julen Lopetegui esta semana que el Sevilla para reencontrarse debía volver a los que les hizo fuertes, a los pilares sobre los que se erigió su buena temporada. Y eso se ha traducido a la perfección en el Coliseum Alfonso Pérez Muñoz. El conjunto nervionense completó un partido defensivamente casi perfecto. Anuló al torbellino Getafe con un muro delante de Vaclik primero y de Bono después. Y arriba penalizó enormemente los errores locales y sacó fruto de sus llegadas. Se parapetó el equipo hispalense en una línea de cinco con los dos centrocampistas muy cerquita. Achicó la zona de rechace, de remate, y puso los bemoles suficientes para ganar esas pequeñas batallas en las que convierte el Getafe cada partido. A partir de ahí, con confianza, creció y mejoró como equipo. No hacía falta brillantez, hacía falta seguridad. Y la tuvo cien por cien.
Por eso además de en los goles, lógico, la victoria estuvo en la tensión, la concentración, la fuerza, la agresividad. Destacaron sobre el resto jugadores como Gudelj, Fernando. Volvieron a su mejor tono Diego Carlos, Koundé, hasta Jordán mejoró. Y arriba el Sevilla encontró el gol penalizando errores rivales (Reguilón a Ocampos en fallo de Etebo), sacando fruto del balón parado (gol de Fernando) y hasta de los espacios (gol de Koundé).
No hay relato posible de las inquietudes de Vaclik ni de Bono. Porque todo murió antes. Todo había muerto en el ataque del Getafe en la robusta defensa del Sevilla, que no dejó ni un resquicio. Fue una armadura de acero que quebró la piedra, la destrozó.
Sí hay relato a partir de ahora al Sevilla. La victoria ante el Getafe, el tercero hasta hoy de LaLiga, debe ser el punto de inflexión de un equipo que había entrado en un mar de dudas y que sale de él revestido de acero. Volando, como un Ave, para tener que navegar hasta el final de la temporada.
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Es lo minimo exigible Casta y coraje a pesar del sistema que utiliza Lope o espabilas o estas de mas en este equipo aqui no queremos perdedores temerosos