Eindhoven, Mónaco, Glasgow, Madrid, Barcelona, Turín, Varsovia y Basilea. El sevillismo, avalado por la multitud de finales jugadas y de títulos conquistados por su equipo en la última década y media, vive asentado en un nivel de exigencia extrema gracias a la cual ha permitido al club convivir con las más altas esferas del fútbol nacional e internacional.
A lo largo de su historia, el Sánchez-Pizjuán siempre ha visto el fútbol con una gran pasión y una fe inquebrantable por su equipo. No obstante, a raíz de todos los éxitos cosechados en los últimos años, esa pasión se mezcla con la responsabilidad. La responsabilidad de apretar los dientes y animar al Sevilla hasta la extenuación cuando más lo necesitan los suyos, pero también la responsabilidad de espolear a su equipo hasta límites insospechados cuando da síntomas de flaqueza.
Cuando Nervión dicta sentencia es imposible dar marcha atrás. Esta temporada el sevillismo aún no ha dado su veredicto final, pero va camino de ello si en la moneda que tira al aire su equipo en cada encuentro comienza a salir la cruz en lugar de la cara a la que nos tiene acostumbrado en la mayoría de ocasiones. Los fantasmas del trágico Sevilla de Pablo Machín comienzan a revolotear por las cabezas de todos los sevillistas, algo que puede llegar a ser muy peligroso.
A pesar de conseguir la clasificación para la próxima ronda europea ante el Cluj y la posterior victoria liguera 'in extremis' ante Osasuna, Nervión no perdonó el funesto juego de su equipo y despidió a los suyos con una monumental pitada tras las pobres sensaciones desprendidas sobre el terreno de juego, comenzando a mirar hacia el banquillo.
En el Sánchez-Pizjuán los leones acechan con devorar a su presa. Mientras, Julen Lopetegui sigue esquivando embestidas con los números en la mano. Los 46 puntos del tercer clasificado en las 26 jornadas ligueras disputadas de campeonato decantan la balanza a favor del técnico vasco.
Porque, cuando echó a rodar el balón en la temporada 2019/20 allá por el mes de agosto, ¿qué sevillista no hubiese firmado estar tercer clasificado en LaLiga y en octavos de final de la Europa League a estas alturas de temporada? Permítanme la osadía de responder a la pregunta, el 1% siendo generosos.
Es evidente que hasta el momento los números avalan a Julen Lopetegui, las sensaciones no. El Sevilla se jugará gran parte de la temporada en los próximos cuatro encuentros: Metropolitano y derbi con la eliminatoria ante la Roma de por medio. Los números dan esperanzas para afrontar estas citas con el mayor de los optimismos, las sensaciones avistan la tragedia a lo lejos. Solo el tiempo dará la razón a unos u otros.
Mientras tanto Monchi pide unión a su gente, esa que siente como él, recordando gestas históricas pasadas y los suyos ya se preparan para responder al director deportivo como mejor saben hacer, llevando en volandas a su equipo hacia la victoria. A pesar de que cualquier paso en falso puede ser definitivo el sevillismo sabe que la unión hace la fuerza, lo demás será cosa del balón.