El sevillismo tiene guardado en la retina y en la memoria sus grandes partidos, especialmente las finales ganadas por el Sevilla FC, pero para ganar un buen puñado de títulos desde que comenzara el Siglo XXI hizo falta dar muchos pasos adelante.
Uno de ellos, quizás el momento en el que el sevillismo empezó a creerse capaz de todo, tuvo lugar el 30 de marzo de 2014. Hace justo 14 años, y fue en el partido de ida de la ronda de cuartos de final de la Copa de la UEFA.
El sorteo de la antepenúltima ronda le emparejó con el Zenit de San Petersburgo, con el que ya había jugado en la fase de grupos (perdió 2-1 en Rusia). A priori era de los rivales más complicados, pues estaban en el bombo el Schalke 04, el Rapid de Bucarest, el Steaua de Bucarest, el Basilea, el Middlesbrough y el Lesvki de Sofía. El Sevilla venía de eliminar al Lokomotiv de Moscú y al Lille.
Pues bien, el Sevilla encarriló la eliminatoria en el partido de ida, con un 4-1 en el Ramón Sánchez-Pizjuán que sería definitivo. Saviola adelantó a los locales en el 14’, empatando Kerzhakov –que meses más tarde sería sevillista- justo antes del descanso. En la segunda mitad el Zenit se quedó con diez por expulsión de Hagen en el 58’, aunque cuatro minutos antes Martí había marcado desde los once metros tras un polémico penalti pitado por el luxemburgués Alain Hamer. En el 80’ volvería a marcar Saviola, siendo expulsado Arshavin en el 89’. Con el Zenit con nueve hombres, Adriano remató la eliminatoria en el descuento.
El Sevilla de Juande Ramos jugó aquel día con Palop; Adriano, Javi Navarro, Escudé, David Castedo; Fernando Sales, Jordi López, Martí, Renato; Saviola y Kanouté. Además, salieron en la segunda parte Maresca, Puerta y Blanco, canterano que debutó ese día con el primer equipo pero que nunca jugó en Primera división.
El partido de vuelta fue plácido, con un gol de Kepa que puso el 1-1 definitivo y daba el pase al Sevilla a su primera semifinal europea. A partir de ahí, ya saben lo que vino.