El Sevilla ganó el derbi, con bastante superioridad, y como buena victoria en el derbi hubo celebración en el campo. Y tanto. Pitó Mateu Lahoz y el banquillo sevillista, esta vez en la grada y con espacio entre los jugadores, saltó como si fuera un resorte. Celebraciones, codos con codos, algún abrazo, y carreras y gritos. El equipo celebró la victoria como jugó, con intensidad y ganas.
Primero se concentraron todos en el círculo central. Luego se dirigieron los sevillistas hacia el Gol Norte, a saludar a los que deberían estar allí y no estaban, pero se acordaron de ellos.
Y luego, paseo por el campo, hasta el gol sur, hasta agolparse toda la plantilla en el córner de donde salió el 2-0, ese gol de Fernando. Allí baile, saltos y algarabía. Lo merecido por una victoria en un derbi clara y merecida.