Es Noticia

Nervión intramuros

Los jugadores del Sevilla, antes del derbi (Foto: Kiko Hurtado).

De los derbis nadie recuerda nada... salvo el marcador. Ese que dice que de 100 duelos vecinales en LaLiga Santander, el Sevilla FC ha ganado 47, casi la mitad. La memoria es de pez para aspectos tan secundarios como lo vibrante o aburrido que fue el partido, las polémicas, los uys y lo bonito o feo que se jugó. Y en casos como este, tras el encuentro de Nervión, mejor para ambas aceras. El Sevilla FC, al que se le debe exigir más que al Real Betis, puso en liza un plan muy pobre. El Betis, en plena racha y despojado de complejos, se mostró depresivamente impotente.

Quizás haya que poner un asterisco en este análisis escueto y duro: el Sevilla está con la luz de reserva encendida y los de Pellegrini no pueden ganar siempre, que es lo que venían haciendo en todo 2021. Pero, en definitiva, el doble pulso entre ambos equipos ofrece en bandeja la realidad: el Sevilla es mejor. Empató cuando el Real Betis le superó en juego en Heliópolis y ganó cuando, sin piernas, el partido estuvo más nivelado en el Sánchez-Pizjuán.

Tiene una virtud el club de Nervión: ha crecido de una forma asombrosa en los últimos 20 años pero no ha perdido sus raíces. Como diría el holograma de Lola Flores, más bien las manosea a menudo para recordarse a sí mismo quién es, dónde está, contra quién lucha y quiénes le ayudan. Una encomiable lucha de reivindicación y solitaria rebeldía desde el dócil, simpático y manejable sur de España.

Los jugadores del Sevilla, exhaustos, celebran el final del partido (Foto: Kiko Hurtado).

Un amor propio que, combinado con sus altas miras, su buena organización y el GPS bien orientado desde Nervión, deriva en un gran club. Y hoy, aunque ese primer análisis nos empuje a lo contrario, también se vio. Adoptó, por necesidades del guion, un disfraz de equipo pequeño, timorato quizás. Revoloteó como una mariposa alrededor del Betis cuando tuvo piernas y le picó como una avispa. Después, levantó una auténtica muralla, defendiéndola con el escudo más que con la pizarra. Recordando dónde estaba, en Nervión, y contra quién jugaba, contra el vecino.

La misma garra que contra el Dortmund bajo los sones de la Champions pero sin fútbol delicatessen ante el vecino. Lopetegui quiso coger la tiza metiendo a Óliver y Rakitic en un momento en el que el oxígeno faltaba. Es más, daba la sensación de que si el Real Betis marcaba, la muralla de piedra se convertiría en arena de repente. Pero no colapsó. No es un día para cargar las tintas sobre los futbolistas, que llevan sin respiro desde julio de 2020. Ni para tirarle demasiadas almohadillas a Lopetegui, quien sí se las mereció otras veces (por ejemplo, en Elche). Es día para espantar fantasmas clasificatorios y conjurarse para una recta final en la que todos debemos ponernos en pie para aplaudir la temporada del Sevilla FC.

Escribir comentario 0 comentarios
Deja una respuesta
Su comentario se ha enviado correctamente.
Su comentario no se ha podido enviar. Por favor, revise los campos.

Cancelar