Hablar de Nervión y del Sevilla FC es hacerlo del sabor de la plata, del laureado éxito de un campeón, de luces en noches mágicas. Pero la casa de los sevillistas recoge un sin fin de historias más. Aquellas que hoy nos cuentan los abuelos, que sólo recuerdan los viejos del lugar entre el polvo de los libros. Y es que por allí pasaron presidentes, jugadores y aficionados. También verdugos, militares, personalidades y por qué no, ángeles. Uno de ellos aún custodia el Sánchez-Pizjuán.
Pero el feudo nervionense es como la vida. Tan santa como profana. Así lo recogen sus anales. Tal y como pudo indagar hace un año (y ahora rescatamos) ElDesmarque, en colaboración con el Área de Historia del club, el Sánchez-Pizjuán recoge una historia muy peculiar. Entre todas sus modificaciones, existieron dos aposentos muy especiales. Calabozo y capilla. Del infierno al cielo.
Hace ya casi cuatro décadas el Sánchez-Pizjuán contó con un lugar muy peculiar. Ese no fue otro que un calabozo. Por aquel entonces, "todos los recintos públicos solían tener este tipo de habilitación habilitada al efecto, de dimensiones muy reducidas. Se sabe que ese habitáculo se construyó para el Mundial 82, en cumplimiento con la normativa de la época", explica Carlos Romero, del Área de Historia de la entidad.
Constaba de dos o tres cámaras para los detenidos pero quedó casi intacto por su desuso. Un lugar que siguió teniendo historia. En un principio quedó en el olvido, como almacén del club. Después pasó a pequeños accionistas y en la actualidad, ocupan esa zona veteranos y Federación de Peñas Sevillistas.
Menos documentos escritos existen de la capilla, que se sabe que existió hasta la última reforma del Sánchez Pizjuán. "No existen documentos gráficos, solo lo que los viejos del lugar nos han contado", indican Romero.
Sobre ella pero se sabe que existió, cerca de lo que a día de hoy son los actuales vestuarios. Una presencia transmitida de boca en boca. Por allí pasaron históricos como Pablo Blanco, Enrique Lora, Rodri o Juan Arza, por aquel entonces como entrenador.
Se sabe que existió durante los años 60-70-80. Allí los tres capellanes daban misa privada en las concentraciones previas a los partidos. Presidía la capilla una réplica pequeña de la Virgen de los Reyes.
De hecho desde hace más de medio siglo, se hacía una peregrinación desde Nervión hacia la Catedral, para solicitar la protección de la Virgen de los Reyes, Patrona de Sevilla y su Archidiócesis. Una costumbre marchita desde el Sevilla de los títulos.