El Sevilla sigue metido en un nudo en la Liga de Campeones. El equipo de Lopetegui mejoró en Lille, hizo una buena primera parte, bajó enteros en la segunda, y acabó sacando un punto. Tres partidos, tres empates. Sigue siendo segundo de grupo, pero su paso es lento, la victoria se hace esperar y el Salzburgo se escapa. Lo que sea el Sevilla en esta Liga de Campeones será lo que sea en el Sánchez Pizjuán. Ahora vienen dos partidos de tres en casa y los nervionenses tendrán que aferrarse a Nervión para sacar adelante esta fase de grupos.
El equipo hispalense mejoró en imagen y en juego con respecto a los últimos partidos. De hecho la primera parte puede calificarse como buena. Buena aunque sin precisión. Pero el Sevilla defendió bien, construyó bien, mejoró en la rapidez y en el ritmo y echó en falta eso, la precisión y la eficacia en los últimos metros. Fueron grandes ejemplos de ese tipo de partido Suso y Ocampos, que en realidad estuvieron muy activos, participativos, pero que cuando llegaban a metros decisivos, zonas trascendentes, ahí erraban en el pase o en el tiro. Por detrás Óliver, Delaney y Fernando hacían un partido serio e incluso con un buen matiz en la distribución, y atrás sin Koundé Diego Carlos estuvo espectacular junto a un buen Rekik y a unos siempre fiables Navas y Acuña. Hasta Bono solventó bien su trabajo en la única vez que llegaron los franceses, Sanches, tras un error en la salida. El caso es que mirabas los futbolistas del Sevilla y casi todo intentaban o hacían su trabajo de manera eficiente y ordenada, seria, y eso daba como fruto un equipo serio que dominaba y era mejor que su rival, pero sin demasiado peligro por esa falta de precisión arriba.
Fue la misma tónica en la segunda parte hasta la hora de partido. Los cambios cortaron esa continuidad en el juego del Sevilla (Rekik lesionado, Acuña, también) y bajaron las revoluciones del equipo, lo que dio pie a un físico Lille a despertar tímidamente. Pero sin hacer cosquillas a Bono.
Con los minutos dio la impresión de que Lopetegui pensó aquello de, lo que no has podido ganar en 80 minutos, no lo pierdas en 10. Los cambios apuntaban a más control que a otra cosa y, aunque con algunas llegadas merced al atrevimiento de Lamela, el Sevilla aseguró el encuentro y acabó sumando un nuevo punto.
El grupo de la Liga de Campeones del Sevilla, el grupo G, sigue enmarañado, sigue trabado y parece tener un nudo que solo ha resuelto por ahora el Salzburgo, que parece escaparse. El empate no es malo para la clasificación, parece insuficiente para la primera plaza. En todo caso, son dos partidos seguidos ahora en casa, Lille y Wolfsburgo, y si el Sevilla se hace fuerte o mejora en algo de precisión en ataque, por fin arrancará en la Liga de Campeones con esa ansiada victoria. Ahí estará el futuro del Sevilla en la Champions.