Casemiro no pierde de vista al Sevilla ni a Lopetegui: "Nos enviamos mensajes"

Carlos Henrique Casemiro ha concedido una entrevista a la revista Panenka en la que desgrana historias desconocidas hasta la fecha. Una de las más peculiares es la del día que pudo fichar por el Sevilla FC, pero por caprichos del destino Lopetegui, por aquel entonces en el Oporto, le hizo cambiar de opinión y jugar en Portugal.

Desde entonces mantienen una grata relación: "Nos enviamos mensajes, no solo por lo que está haciendo en el Sevilla, que es algo increíble, sino por lo que me ayudó. Solo puedo hablar maravillas de él. Infelizmente no le fue bien en el Madrid, porque el fútbol son resultados, y no se dieron, pero es un gran entrenador, muy serio, que disfruta de su profesión", comentaba.

Durante su primera etapa en el Real Madrid el brasileño no tenía mucha continuidad, relegado a un segundo plano ante la experiencia de otros como Xabi Alonso o Khedira. En 2015, ante la falta de minutos, Florentino Pérez le buscó una cesión para que siguiese curtiéndose en el fútbol europeo. Apareció la opción del Sevilla, una posibilidad real que seducía al brasileño... pero apareció Lopetegui.

El deseo de Casemiro de haber jugado en el Sevilla

"No jugaba mucho con Ancelotti. Por los jugadores que había, claro. Xabi Alonso, uno de mis profesores en la posición, Khedira, Di María que jugaba por dentro... Aquello era normal, yo estaba en pleno aprendizaje, y recuerdo que no sabía a dónde iba a ir. Pude ir al Sevilla, que me apetecía mucho jugar allí. Me hicieron una oferta, estaba Unai Emery, el año que ganaron la Europa League; estaba el Inter de Milán, siempre como cedido, porque Florentino Pérez me decía que yo iba a jugar aquí sí o sí", relató en su entrevista para Panenka.

"Pude ir al Sevilla, me apetecía mucho jugar allí... pero me llamó Lopetegui"

Fue entonces cuando Lopetegui lo convenció para ir a Portugal: "También estaba el Oporto, que sinceramente no estaba en mis planes. Podía elegir. Y quería minutos. Entonces me llamó Lopetegui, hablamos un cuarto de hora, sobre su estilo de juego y, te lo digo en serio, a los tres minutos pensé: 'tengo que trabajar con él'. Y lo más bonito es que no me equivoqué. Porque lo que hizo por mi crecimiento personal y profesional fue una cosa de locos. Y hasta hoy se lo agradezco".