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La realidad habita en el Sánchez-Pizjuán

La afición del Sevilla ante el West Ham (Foto: Kiko Hurtado).

Históricamente a los equipos ingleses siempre les ha acompañado una constante mengua competitiva cuando salen de Gran Bretaña. Algo parecido le sucede, también históricamente, al Sevilla. El Sánchez-Pizjuán pasa por ser uno de los estadios más difíciles de conquistar del panorama nacional e incluso internacional. Esta temporada, además, hemos visto cómo el Sevilla de Julen Lopetegui, que se había consolidado como un visitante indigesto, en realidad ha menguado su poderío lejos de Nervión, donde sí mantiene su rendimiento habitual. Por ahí aparecen las únicas pero ruidosas críticas a la temporada del conjunto sevillista.

El partido de este jueves demostró ambas cosas: un poderío notable del Sevilla como local y una reducción de prestaciones del West Ham lejos de Londres. Pero el desarrollo del encuentro encierra más conclusiones. Primera, que la hinchada del Sevilla va despertando poco a poco, como la propia ciudad con la primavera en ciernes. Necesitaba hacer clic y sucedió con el derbi, un partido siempre especial pero con connotaciones motivantes esta temporada. El ambiente de este jueves frente al West Ham demostró continuidad en ese proceso de regreso a la conciencia, dejando impresionados tanto al entrenador inglés, David Moyes, como a la hinchada 'hammer'.

Segunda, el respeto al parche que luce el Sevilla en su manga. Es el rey de la Europa League y el West Ham lo trató como tal. Muy probablemente en Londres será diferente, entre otras cosas porque los de Moyes tendrán que remontar este 1-0, pero ahí queda el botón como muestra. Vimos a un rival que ni siquiera presionaba de verdad la salida de balón de un Sevilla tocado físicamente y que podía tener problemas en esa faceta sin el temple de Rakitic, el oficio de Fernando o Diego Carlos haciendo de improvisado 'quaterback'. Se limitó a amurallarse, reduciendo espacios e intentando asustar en varias apariciones por sorpresa. Lo consiguió en dos ocasiones, neutralizadas por un paradón de Bono y una salvada de Navas espectacular. En este sentido es necesario destacar otro buen partido de Gudelj junto a Koundé, tanto luchando con el fortísimo Antonio como en la salida de balón, a Óliver supliendo a Rakitic y a Munir recuciendo la añoranza por el Papu.

Jesús Navas, capitán del Sevilla, durante el partido ante el West Ham (Foto: Kiko Hurtado).

La tercera es algo más discutible, aunque los hechos parecen evidentes: el Sevilla sufre igual de poco atrás cuando va decididamente a por el rival. Esta reflexión enlaza el partido de este jueves con el que va a disputar el domingo en Vallecas. La visita al Rayo tiene un rejonazo de salida que no es otro que los tres empatitos seguidos ante Osasuna, Espanyol y Alavés. Ahí apareció esa tendencia inglesa del Sevilla fuera de casa que parecía haber borrado Lopetegui. El técnico juntó sabiamente sus líneas ante el West Ham, siendo más precavido en la primera parte que en la segunda, cuando dio un claro paso hacia adelante. Lo vimos también en Pamplona, donde en realidad Bono se aburrió igual o más cuando su equipo buscó con ahínco el gol de la victoria que antes de dicho cambio de estrategia.

Este Sevilla, cuando va decididamente a por la victoria, lo hace con cabeza, sin perder las claves estructurales de su estilo, basado en la solidez defensiva. Por lo que no se destapa por atrás. No ataca a la desesperada ni tomando riesgos suicidas. He ahí el cabreo generalizado por cómo afrontó sus visitas a tres rivales que venían ganando poquísimo en los últimos meses. De ahí la sospecha generalizada ante el partido contra un Rayo que no gana desde el 18 de diciembre.

Los jugadores del Sevilla celebran el gol de Munir al West Ham (Foto: Kiko Hurtado).

La cuarta y última conclusión que deja este partido ante el West Ham enlaza con lo anterior. El cabreo generalizado por las tres últimas salidas no puede abrir un debate sobre la conveniencia del Lopetegui. Entre otras cosas porque, aunque también tenga parte de responsabilidad en ello, casi ningún equipo competiría como lo está haciendo el Sevilla, con un tercio de su plantel no disponible desde hace varios meses. ¿Alguien en su sano juicio tomaría la decisión de prescindir del mejor entrenador que ha pasado por el Sevilla en muchísimo tiempo? El debate no existe, más allá del ruido que pueda haber momentáneamente tras un partido, elevado por el altavoz de las redes sociales.

Ni hay debate ni hay que convertir en mártir al entrenador cuando alguien señale algo que no le gusta. El sevillismo tendrá mil defectos, pero entre sus millones de virtudes está la de saber valorar las cosas en su justa medida: supo valorar hace poco la labor de su entrenador en forma de cánticos y entiende las dificultades extraordinarias por las que atraviesan físicamente sus jugadores. Llevó en volandas al equipo para resistir agotado la segunda parte del derbi y para lanzarse este jueves contra el West Ham. Para resaltar las mil y una bondades de Lopetegui o sus espectaculares números no hace falta una operación de falsa bandera, esto es, su victimización. Aquí la única víctima que hay es, habitualmente, el equipo que se enfrenta al Sevilla... de Lopetegui.

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  1. JOREYE

    Cualquier equipo con la MITAD literalmente la MITAD de su equipo causando bajas des el año pasado estaría peleando por no desender o como mínimo del décimo puesto para abajo, incluido los tres grandes de España.Este SEVILLA tiene mucho mucho mérito. Imaginemos que pudiera haber hecho si esta plaga de lesiones no ubiera ocurrido.¿pudiéramos estar peleando codo con codo con el líder?.Yo creo que si ,por mucho que digan.