Hablar de Lucas Ocampos es, posiblemente, hablar de uno de los futbolistas más importantes del Sevilla. No solo lo es por sus números, que también, sino por su experiencia, su compromiso y su carácter. El argentino, tras su mala vivencia en Holanda, se prepara para celebrar 200 encuentros con la camiseta blanquirroja... ¿y nada más?
En un año tan complicado, cualquier celebración sabe a poco. Ocampos, como sucede con Óliver Torres, cumplirá en los próximos encuentros -posiblemente ante el Mallorca, en el Sánchez-Pizjuán- sus 200 partidos como sevillista, pero la cifra podría detenerse no mucho más allá.
Con contrato hasta 2025, Lucas Ocampos sabe que a sus 30 años -los cumplirá en julio- llega un momento clave en su carrera, un momento en el que cualquier decisión perjudica mucho más que antes. Si lo del Ajax lo hubiese vivido con 31-32 años, posiblemente, muchos le habrían tachado de viejo, pero por suerte pasó con 28 y tuvo tiempo para recuperarse.
A su contrato se suma la situación económica del Sevilla, que, seamos directos, permite pagar pocos compromisos como el firmado actualmente por el argentino. El club lo sabe y el propio futbolista también.
Como decíamos, a sus 30 años Lucas Ocampos ya no es el rebelde que era y su experiencia en Holanda le ha servido, teniendo en cuenta a su familia, para tomar decisiones mucho más reposadas.
Su mujer y sus hijas están totalmente adaptadas a Sevilla -no se fueron a Holanda durante su corta cesión- y el argentino, además, cuenta con un incetivo (o un mérito, según se mire) para el próximo año: capitanear al club en un curso altamente complicado.
Tras la marcha de Fernando e Ivan Rakitic, tanto Ocampos como Gudelj pasaron a ser los líderes del vestuario junto a Jesús Navas y Sergio Ramos, y ante la posible salida del de Camas y la supuesta rotación que necesitaría el de Los Palacios si continúa, el '5' blanquirrojo podría ser capitán habitualmente sobre el verde... y a buen seguro sobre el vestuario.
El próximo curso se presupone totalmente nuevo en Sevilla, con muchas caras desconocidas, con muchos chicos jóvenes que intenten crecer en Nervión y Ocampos podría encontrar en esa necesidad de enseñar lo que es el club un reto más para su carrera.
Lo económico, como para cualquier trabajador, será decisivo. Si ambas partes acuerdan un adiós, será con gloria, con aplausos y, posiblemente, muchas lágrimas; si ambas partes deciden continuar, será con dientes apretados, uñas afiladas y un buen número de encuentros aún por sumar a esos 200 que está cerquita de alcanzar.