Algo muy, muy, muy extraño debe ocurrir en las próximas horas para que Sardar Azmoun no llegue al Sevilla como el sustituto de Youssef En-Nesyri. El atacante iraní, en el que trabaja Víctor Orta desde hace semanas, aterrizará en el Sánchez-Pizjuán con la complicadísima tarea de hacer olvidar al marroquí, pero con la confianza de haber vivido un proceso semejante en Italia... y de haber cambiado la opinión de su afición y de sus entrenadores.
"Cuando llegué aquí era como si la gente no me quisiera", confesaba hace algunos meses Azmoun en Sky tras una cita ante la Roma. El iraní, que no ha despertado demasiada ilusión entre el público sevillista, entendió entonces que "tenía que ponerme a trabajar de inmediato, sabía que podía convencerles y ahora tenemos una gran relación".
Como sucede en Sevilla, donde su gran valedor es Víctor Orta, Azmoun llegó a la Roma casi como un desconocido para el gran público, pero no para los jefes en la entidad. Allí le reclamó, apretó y pidió José Mourinho -el mismo que ahora se lleva a En-Nesyri al Fenerbahce- e incluso admitió poco después de su fichaje que "es una pena que este chico haya acabado en mis manos con 28 años. Si nos hubiéramos conocido antes, habría dado un salto cualitativo a nivel táctico aprovechando su extraordinaria clase".
El portugués le quiso en 2021, pero el Zenit pedía alrededor de 25 millones por su fichaje. Era casi un imposible. Y cuando coincidieron, aunque costó, Azmoun se hizo pieza clave para Mou... e importante para De Rossi.
Sardar Azmoun, que ya estuvo relacionado en enero con el Sevilla, fue una gran apuesta de Mou, pero también se ganó el cariño de De Rossi. El iraní, que se mostró siempre admirador del portugués, se agarró al ideal del italiano y el técnico reconocía -aunque le solía usar como suplente- que el ahora posible nuevo jugador blanquirrojo "es un falso centrocampista ofensivo, es fuerte de cabeza, y nos permite añadir mucho a nuestra idea táctica".
Con sus compañeros, con los que compartió imágenes a full en redes sociales, también entró con buen pie: "Él más simpático es él", decía Stephan El Shaarawy, que competía con él por minutos.
En Roma, a pesar de los criticados números y a pesar del cambio de entrenador -Mou fue el que realmente apostó por él-, seguían ilusionados con la posibilidad de contar con él.
Su fútbol, que un día también fue destacado por Xabi Alonso -que ahora le aparta del Leverkusen-, seguirá en Sevilla, lugar en el que intentará, como hizo en Roma, cambiar la opinión del público, ganarse a su entrenador y a sus compañeros.