Ha sido, posiblemente, la única noticia positiva en la derrota del Sevilla ante el Girona. Valentín Barco partió este domingo como titular ante el equipo de Míchel y demostró la razón por la que el conjunto blanquirrojo ha confiado en él para sustituir a Marcos Acuña: un excelente rendimiento... empañado por un grosero error.
La personalidad y la valentía del chico se demostró en apenas unos minutos. Sin miedo a ocupar zonas lejos del lateral, tal y como solicita García Pimienta, Valentín Barco no dudó ni un segundo en agarrar el balón en la primera gran ocasión, una falta en la frontal, que tuvo el Sevilla en la cita.
Su rendimiento iría creciendo poco a poco. Se ofrecía, peleaba, mordía a sus rivales y no se escondía en ninguna acción. El público rápidamente entendió que Valentín Barco era un gran futbolista y se lo recompensó con una sonora ovación en el primer tramo.
La historia, sin embargo, no fue lo bonita que a él le hubiese gustado. El chico, que no dejó de intentarlo durante todo el encuentro, se desconectó justo en el peor momento.
Tras una gran jugada del Girona por la izquierda, Miguel Gutiérrez puso el balón al área e Iván Martín, su marca, que llegaba incluso por detrás de él, entraba absolutamente solo en el área pequeña.
Fue esa acción, clave en la cita además, la que acabó por empañar su actuación, que había sido, y acabó siendo, notable. El chico cumplió, el chico respondió, pero de aquí en adelante sabrá que si te despistas un segundo, más en un Sevilla tan frágil, tu equipo acaba siendo castigado como si lo hubieses hecho todo mal.