Diez puntos más. Tres victorias y un empate. Se dice pronto, pero esa es la diferencia del Sevilla, colocado 17º, del pasado año a estas alturas respecto al conjunto de García Pimienta este curso, noveno de manera provisional tras el triunfo ante el Girona.
El triunfo ante el Girona era vital. El Sevilla llegaba, tras "perder dos puntos" ante el Valencia, según Pimienta, a cinco puntos de los catalanes y sabiendo que una derrota en Montilivi sería, a pesar de estar en la primera jornada de la segunda vuelta, casi un toque definitivo a sus ilusiones por pelear por la zona Europa.
Por suerte para los de García Pimienta, apareció Saúl, apareció Dodi Lukebakio y el Sevilla consiguió tres importantísimos puntos que más allá de colocarle noveno en la clasificación -aún faltan varios rivales directos por jugar- le deja a dos puntos del Girona, es decir, a una distancia real y accesible de los que pelean por Europa.
Si el conjunto blanquirrojo quisiese compararse consigo mismo, García Pimienta también saldría ganando. El Sevilla actual suma en 20 jornadas diez puntos más de los que consiguió el pasado año (26 actualmente, 16 el pasado curso).
Superaría también al Sevilla de la 22/23, que tenía 21 puntos tras la disputa de 20 encuentros, aunque estaría lejísimos de lo que marcó aquel equipo de Julen Lopetegui en la 21/22, cuando tenía 42 unidades tras los citados partidos.
Evidentemente, las cuentas de la lechera en el mundo del fútbol valen de poco o nada -miren a Las Palmas el pasado año-, pero si el Sevilla siguiese con este ritmo de puntuación acabaría el curso cerca de los 50 puntos, cifra que el pasado año, por ejemplo, valdría para ser noveno.
Aún habría que subir un peldaño más, una marcha más, para llegar a pelear realmente por Europa, pero la victoria ante el Girona, evidente, es un empujón importante para el ánimo del equipo hispalense.