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En Nervión no se olvidan del Sporting de Cheryshev

C. R.

El Sporting de Gijón visita esta jornada al Sevilla FC de Unai Emery, un equipo que probablemente no se haya olvidado de lo que pasó allá por 1997 cuando el conjunto rojiblanco venció por la mínima en el campo del eterno rival, enviando al cuadro blanquirrojo a la categoría de plata del fútbol español.

Casi dos décadas más tarde, la afición sevillista no lo olvida y es que nadie habría imaginado cómo terminaría la temporada para el conjunto andaluz. Un equipo encabezado por el argentino Matías Almeida y entrenado por José Antonio Camacho fue cavando su propia tumba mientras avanzaba la temporada. Su nefasta campaña desembocó en la dependencia en otros para salvarse. En concreto, los sevillistas dependían de su eterno rival: el Betis. El conjunto verdiblanco tenía que puntuar ante el Sporting para mandar a los asturianos a Segunda y certificar así la presencia de los nervionenses en Primera un año más.
El Betis, por su parte, había hecho sus deberes mucho antes, y se preparaba para disputar su segunda final de Copa del Rey de su historia. Todo ello, sumado a la posibilidad fastidiar al eterno rival y el sueño frustrado de alcanzar la segunda plaza de la clasificación, hacía que el choque ante el Sporting fuese de todo menos primordial. Asimismo, el cuadro asturiano necesitaba los tres puntos en su visita a tierras hispalenses si no quería acabar consumando un nuevo descenso.
Así, el partido transcurrió siguiendo el guión esperado, y parecía que los rojiblancos, en lugar de disputar el encuentro como visitante en el Benito Villamarín, jugaban ante su público en El Molinón. Los minutos pasaron, hasta que en la segunda parte llegó el tanto del Sporting. Este, como no podía ser de otra forma, salió de las botas de Dimitri Cheryshev, actual asistente de Unai Emery en el cuerpo técnico sevillista y persona clave en la integración de Konoplyanka. El ruso, lejos de saber que en un futuro trabajaría para el Sevilla, celebró con rabia un gol que también festejó la afición bética como si la vida le fuese en ello.
Desde entonces, al Betis le entró pereza y prefirió conformarse con el 0-1. Tras el pitido final del trencilla, los jugadores sportinguistas no se cortaron e incluso dieron una vuelta de honor al campo. Miguel Ángel Montes, técnico del Sporting, agradeció los ánimos de la hinchada local, y todos abandonaron felices el Villamarín. Apenas unas horas más tardes, en el Carlos Tartiere de Oviedo, se consumaba el drama del descenso sevillista, entre lágrimas y sed de venganza.
 

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