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Una permanencia agónica

María Trigo

El Sporting tenía que ganar al Villarreal y esperar a que el Betis le hiciera un favor logrando un empate o una victoria frente al Getafe y ocurrieron las dos cosas. Más emoción fue imposible. Nervios, y tensión fue la constante de la tarde hasta que llegaron las nueve de la noche. A partir de ese momento ya el Getafe y el Rayo Vallecano necesitaban un milagro para quedarse en Primera División. Todo en la última jornada, cuando ya no hay margen de error.

Jony hizo pronto los deberes para los rojiblancos con su último gol como sportinguista antes de los primeros diez minutos de juego y desde ahí, todo el sportinguismo solo estaba pendiente de lo que ocurría en Sevilla, concretamente en el estadio Benito Villamarín. Betis y Getafe se fueron empato al descanso, resultado que les valía a los verdiblancos, pero cuando marcó Pezzella y luego Rubén Castro de penalti, El Molinón fue una auténtica fiesta. 
El Betis ya les había hecho un favor y aunque el Rato Vallecano fuera también ganando su partido, el Getafe o un tanto del Villarreal eran los que podían quitarle una salvación que tenía en su mano. Y ahí, en el minuto 80, poco después de que marcara Rubén Castro, apareció Sergio Álvarez para fusilar con un tiro imparable a Barbosa. Era el segundo gol en Priemra División del centrocampista. El primero lo logró hace una semana en Getafe y ante su afición el segundo. El éxtasis ya era máximo y las lagrimas de Abelardo el fiel reflejo de un equipo unido, del milagro del 'Pitu' y los guajes
 

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