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Imponente en casa e impotente fuera

Hernán Santana en una acción del encuentro en Lorca (Foto: LaLiga).
David Acebal

La decepción continúa vestida con los colores del Sporting de Gijón. La triste imagen dejada por los pupilos de Rubén Baraja en su visita a un desahuciado colista, no hace más que dar continuidad a una temporada repleta de sin sabores en forma de viajes sin puntos en el equipaje de vuelta. Las jornadas pasan y el conjunto rojiblanco no es capaz de demostrar que pueda luchar por ascender.

 
Las dos caras completamente diferentes y opuestas del conjunto asturiano, fiable y solvente cuando juega arropado por su público en el estadio de El Molinón, y triste, doliente y sin alma cuando debe competir alejado del dulce hogar, impiden a los sportinguistas confiar en las posibilidades de un equipo llamado a estar por presupuesto y formación de la plantilla a estar entre los primeros clasificados.
El relevo en el banquillo, transcurridos más de dos meses desde el mismo no ha conseguido cambiar la dinámica, enlazar dos triunfos consecutivos parece una misión imposible para unos jugadores que empequeñecen sus prestaciones cuando deben dar un golpe encima de la mesa, algunas decisiones tomadas desde la dirección técnica no parecen ayudar en demasía tampoco.
No hay explicación razonable para que un candidato a luchar por ascender a la máxima categoría del fútbol español sume más de cuatro meses sin lograr una victoria a domicilio, salvo que la realidad sea que el título de candidato haya sido otorgado sin mirar al verde, que al fin y al cabo es lo realmente importante.

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