El play off no es un fracaso

Apenas hace tres meses de la derrota ante el Real Oviedo en el Carlos Tartiere. El pesimismo, al margen de la decepción por la imagen, era evidente en el sentir del sportinguismo. El Sporting era décimo, ya tras el relevo en el banquillo, a cinco puntos del play off y a 16 del liderato. Parecía todo un reto meterse entre los seis primeros. 

El conjunto gijonés, sin embargo, se levantó. Y de qué manera con ocho victorias consecutivas que le auparon al liderato. De repente, cuando pocos creían, los de Baraja dominaban en Segunda división. Se pasó de la desolación, del desencanto generalizado, a la euforia y a la sensación de que el ascenso directo era cuestión de días. Matemático, incluso, antes de que terminase la jornada 42. Nada más lejos de la realidad. 
Ese estado de ánimo, casi como una montaña rusa, ahora vuelve a estar decaído. Las tres derrotas consecutivas han mermado la confianza en un equipo que, por otra parte, fue capaz de salir de situaciones adversas como la actual. De lo contrario no hubiese llegado a ser líder. 
Por ese motivo el Sporting merece confianza. La certeza de que puede volver a dar un giro si hace autocrítica y recupera sus mejores virtudes. La credibilidad y las observaciones no están reñidas. Frente a un equipo como el Tenerife, sin mayor objetivo en juego, el conjunto gijonés debe ofrecer más. Mucho más. 
Por todo esto el bajón llega en el momento menos oportuno para aspirar al ascenso directo, pero a tiempo para conservar la tercera posición. Una meta que se presumía inalcanzable tras el derbi en el Tartiere. Una plaza privilegiada para aspirar al regreso a Primera en el play off. En caso de empate en las eliminatorias los de Baraja saldrán ganadores. Así, si terminan terceros serán los favoritos. Tanto por las reglas del juego como por sus sensaciones cuando dan su mejor versión.
Por todo esto, a priori, el mayor rival del Sporting es su irregularidad. En su plenitud el Rayo y Huesca han sufrido el potencial del conjunto gijonés. Pocos o ninguno pueden 'presumir' de haberlos ganado y no haber perdido frente a ellos en ninguno de los dos partidos. Una buena prueba de su fortaleza.