Eran sólo 550, pero sonaban como 550.000. La afición del Sporting de Gijón no defraudó y tomó las calles de Valladolid en la previa del primer duelo de play off para arropar a los suyos y marcar el primer gol del encuentro. Bufandas, banderas y cánticos rojiblancos inundaron la ciudad pucelana para advertir al rival: el sportinguismo quiere volver a ser de Primera.
A eso de las 18.00 horas, los autobuses que había fletado el propio club gijonés 'desembarcaron' en Valladolid con un sólo propósito. Dejarse la garganta en una de las tardes más mágicas de la temporada no era una opción, era casi una obligación. Obligación a la que no faltaron los 550 valientes que pudieron adquirir una de las escasas entradas que se habían puesto a la venta.
La Mareona no falla. Y menos en días como este, en los que el empuje de la afición es casi sinónimo de garantías. Ya lo dijo Rubén Baraja en la previa: "La afición debe ser consciente de que es nuestra última opción". Y vaya si lo ha sido. Desde el primer minuto hasta el último.