No ha tenido buena suerte en el Sporting. Borja Viguera ha concluido su etapa en Gijón "con la pena de no haber podido estar más años, y rindiendo a buen nivel". El delantero se sincera en una entrevista con El Comercio. Reconoce su frustración y señala debilidades colectivas para la reflexión.
Por encima de todo queda clara su profesionalidad. Su entrega en cada segundo de los entrenamientos a pesar de no contar con oportunidades. "Cuando uno trabaja siempre con una sonrisa, sin maldad, siendo reconocido por sus compañeros y por la gente que le ve entrenarse, llegar al viernes y no estar en la convocatoria es jodido", apunta. Pese a ello, no se perdió ni un solo entrenamiento en nueve meses de competición.
Su compromiso, sin embargo, no ha sido reconocido. "No es plato de buen gusto que tu gente al mínimo fallo murmure o te silbe", apunta. No lo comprende y pone como ejemplo otros dos casos. "Lo que no entiendo, y no hablo sólo de mí, porque ha pasado mucho con Carlos Castro o Pablo Pérez, es que algunos salíamos del banquillo y la gente ya estaba pitando. Es algo que no me entra en la cabeza", subraya aunque deja claro que jamás se sintió superado jugando como local: "No es verdad que yo no quería jugar en El Molinón. Tuve una o dos reuniones con Paco (Herrera) en las que me preguntó si me afectaba jugar en casa".
De cara al futuro admite que le gustaría seguir jugando en España y deja claro un mensaje. "Para mucha gente seré un tuercebotas (...) Me da pena que no se haya visto al Borja con continuidad, con confianza, que ha jugado en Primera y que ha sido 'Pichichi' de Segunda", reitera.
En la misma línea, directo y sin reservas, aporta una reflexión para el futuro colectivo: "Quitando a lo mejor a Sergio, nos ha faltado algo de carácter".
En conclusión, a Viguera no le ha ido bien en lo deportivo, pero se va con un muy buen sabor de boca de Gijón y en el Principado. "He disfrutado mucho aquí. Casi me conozco más la geografía de Asturias que la de La Rioja o el País Vasco".