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La lucha de Jairo Álvarez: "El fútbol me debe muchísimo"

El exfutbolista Jairo Álvarez en su etapa con el UCAM Murcia.
Pablo Guisasola / David Acebal
Jairo Álvarez, exjugador del Sporting y del Real Oviedo, relató este jueves con todo tipo de detalles el calvario por el que pasó durante sus 13 años como futbolista profesional. "Jugaba cada partido con la intención de no lesionarme y poder entrenar al día siguiente", contó Jairo en Radio Marca Asturias. El asturiano confesó que la impotencia por sus lesiones, por las que se tuvo que retirar a los 29 años, apenas le permiten ver fútbol. Ahora, sin embargo, se siente feliz y aliviado por hacer pública su lucha como futbolista.

"Sufrí tres roturas de cruzado con 16, 17 y 18 años", introduce Jairo Álvarez. El avilesino tenía un futuro espléndido por delante cuando con solo 16 años debutó en Segunda división con la camiseta del Real Oviedo. Se fue al Sporting, ya se había roto el ligamento cruzado en una ocasión, y se rompió dos veces más en Gijón. La última en los instantes finales de la primera parte de un amistoso contra el Hispano. "La tercera fue la más dolorosa", recuerda.
No por ello cesó en su empeño y, ya operado tres veces, fichó por el Deportivo para jugar en Primera. No tuvo la confianza de Miguel Ángel Lotina y, entre otros, terminó jugando en el Alavés. "Mi gol a la Real Sociedad es uno de mis dos mejores recuerdos", comenta emocionado por el valor que tuvo su tanto para el ascenso del Sporting en 2008. Y todo ello con continuos dolores.
Jairo Álvarez: "Afrontaba cada partido no para marcar un gol o hacer un buen pase o regate, sino que lo hacía para que al día siguiente pudiese entrenar. Mi éxito, mi buen partido, era no lesionarme"
"Mi carrera deportiva la desarrollé con miedos, con inseguridades y pesadillas. Me despertaba por las noches y creía que me había lesionado. Afrontaba cada partido no para marcar un gol o hacer un buen pase o regate, sino que lo hacía para que al día siguiente pudiese entrenar. Mi éxito, mi buen partido, era no lesionarme". Jairo concluye que siempre jugó "con mucho lastre", que medía cada zancada que daba, que afilaba sus tacos para 'flotar' sobre el verde. "Antes de cada encuentro hacía ejercicios para fortalecer los cuádriceps", dice el asturiano. Dentro de todos sus miedos, le daba seguridad sentir su pierna cargada.

El factor psicológico

"Me quedé muy tocado a nivel psicológico, pero me siento orgulloso. Conseguí ser profesional durante muchos años". Una lucha personal aunque imposible de afrontar sin el apoyo de su familia. "Mi madre me decía que lo dejase. Venía a El Molinón a verme saludar desde el centro del campo y cuando empezaba el partido se iba. Luego volvía al final o si me equivocaba y hacía un gol", añade.
Al estadio gijonés, precisamente, apunta que no suele acudir. Señala, pese a ello, que continuamente recuerda el olor del césped de El Molinón. También el del Carlos Tartiere o la sensación de desánimo que le produce el aroma de la hierba mojada. "El fútbol me debe muchísimo", sentencia.
En estos momentos, años después de su retirada en el Avilés, apenas puede hacer deporte. "Solo elíptica y bicicleta estática", detalla. Ningún deporte que suponga el más mínimo impacto a su maltrecha rodilla izquierda. "Si hubiese seguido ya estaría con una prótesis", asegura el exjugador. Ahora, hace unos meses, se ha sacado el ciclo superior de Radioterapia. Por ahí pasa su nueva etapa.

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