Ni un solo disparo del Sportingentre los tres palos durante más de 180 minutos. Ni ante el Deportivo hace dos semanas en Riazor y tampoco ayer en Pamplona. Una estadística preocupante para cualquier equipo, más si cabe para uno de los aspirantes al ascenso a la Liga Santander.
No es una casualidad. Tampoco es excusa la tardía formación de la plantilla, así como la adaptación de todas sus piezas nuevas. El escaso, prácticamente nulo, juego de ataque del Sporting pone de manifiesto los problemas del equipo de Rubén Baraja.
El técnico gijonés sí fue crítico tras la derrota en Pamplona. Se fue molesto por la imagen de la segunda parte, aunque satisfecho por lo visto en la primera. En ese sentido, los primeros 45 minutos ante Osasuna no fueron desoladores aunque tampoco esperanzadores. Simplemente correctos, sin apenas evidencias o detalles para la ilusión.
La estadística y las sensaciones impulsan las dudas sobre el sistema de juego. Djurdjevic es el mejor ejemplo de las dificultades del Sporting para generar ocasiones. Su tarea como goleador resulta una quimera. Una dificultad que también aprecian sus compañeros sobre el terreno de juego.
Como Djurdjevic, determinados jugadores no se encuentran cómodos con este sistema. La ubicación de Nacho Méndez por delante de la defensa no está siendo positiva. Los tres hombres de la medular no consiguen adueñarse del balón y tampoco robar en posiciones adelantadas para favorecer el contragolpe. Por todo ello el Sporting necesita trabajar con urgencia, y a destajo, su juego atacante. Es solvente en defensa pero por su ausencia en ataque pierde todo su equilibrio.