Funambulismo es el arte de caminar a lo largo de un delgado alambre. El Sporting de Gijón ha logrado introducir, con éxito, está disciplina en LaLiga 1|2|3. Sin margen de error, sin opción para perder el equilibrio, los de José Alberto López, avanzan metros, jornada a jornada. Al borde del precipicio del marcador, pero sin vértigo. Con resultados ajustados pero altamente satisfactorios. En sus seis últimas victorias logradas, el margen ha sido de un solo tanto.
Sin síntomas de desvanecimiento. La técnica, trabajada y estudiada, encoge el corazón de los espectadores. El resultado, aporta mayores dosis de satisfacción, sólo había que sentir el rugir de El Molinón después del triunfo ante el Granada.
Y mientras tanto, paso a paso 1-0, 0-1, 1-2, el acróbata rojiblanco mantiene el equilibrio. Puede caminar por la cuerda floja con los brazos abiertos, o con un palo muy largo. La longitud del palo es la que proporciona estabilidad al artista, gracias al momento de inercia. Y la inercia, en el caso del Sporting de José Alberto, ha tomado la velocidad y dirección adecuadas.
En ambos extremos de la pértiga estabilizante se sitúan dos contrapesos perfectamente calibrados. Por un lado, un férreo, rocoso e impermeable entramado defensivo, coronado por un Diego Mariño de superior categoría. En el otro, una pareja de delanteros letal, que ha logrado elevar su efectividad anotadora en el momento álgido del espectáculo.
Restan siete metros por delante hasta alcanzar tierra firme. Con paso corto y mirada larga, el funambulista extremo no piensa en el vacío, sueña la gloria.