Con tres jornadas de trabajo por delante y un encuentro descafeinado para el Sporting en el horizonte, Aitor García se ejercita en Mareo. El extremo onubense, alejado de los terrenos de juego las últimas cinco jornadas, apura las plazos de recuperación de una rotura muscular que ha podido precipitar su adiós a la temporada. Sin nada en juego, sus opciones pasan por forzar para estar a disposición frente al Albacete o esperar a una reaparición el próximo curso.
Aitor García no descansa. Su presencia en Mareo es diaria, jornadas de descanso incluidas. El onubense se exprime, junto al readaptador del club rojiblanco, ultimando una recuperación que le permita reintegrarse bajo las órdenes de José Alberto López. El sabor amargo del final de temporada se ha multiplicado para el exjugador del Rayo Majadahonda, obligado a observar como la promoción se escapaba alejado del verde.
El calendario no juega a su favor para tratar de cambiar la cara. El parón obligado del duelo frente al Reus, propicia que, si el alta médica no llega para el próximo sábado (18.00 horas) frente al Albacete, su reaparición tenga que quedar aparcada para el próximo curso. Dadas las circunstancias, sin objetivos en la clasificación, no parece que vaya a forzar su vuelta al equipo. La última jornada ante el Cádiz no la podría disputar por contrato. Su contrato de cesión incluye la 'cláusula del miedo', que le impedirá enfrentarse al conjunto amarillo.
De no regresar a la citación esta próxima jornada, su reaparición con la camiseta rojiblanca quedaría aparcada hasta la próxima campaña, cuando ya será jugador de pleno derecho del club gijonés.