Pocos entrenadores tienen la capacidad de calar de manera tan profunda en el sentir de un vestuario. Su forma de ser, su actitud y la pasión con la que desarrollaba su trabajo fueron su seña de identidad en el Sporting y en el mundo del fútbol en general. Este jueves 6 de junio se cumplen siete años desde que Manolo Preciado, un sportinguista de corazón, nos abandonara para ocupar un prematuro lugar en el cielo.
Tras una larga y preciosa etapa de seis temporadas al frente del Sporting, Manolo Preciado firmaba por el Villarreal a las puertas del verano de 2012. El cántabro comenzaba una nueva etapa en los banquillos, una que no tuvo tiempo de saborear debido al duro revés que le tenía preparado la vida.
Su corazón dejó de latir en la noche del seis de junio de ese mismo año debido a un infarto de miocardio y tras varios días aquejado de un virus. La noticia sentó como un jarro de agua fría en toda España. Se marchaba un grande, una persona que dejaba huella allá por donde fuese.
'Con profunda tristeza, el Real Sporting de Gijón muestra su pesar por tan triste pérdida, por quien forma parte de la historia del club con letras doradas, y envía sus más sentidas condolencias a su familia en estos momentos de dolor', publicaba el club rojiblanco por aquel entonces para anunciar el fallecimiento.
Posteriormente llegaron infinidad de muestras de cariño y afecto para sus familiares y allegados, acompañados de multitud de homenajes en El Molinón, su localidad natal y en muchos rincones del país. Atrás quedaban muchos años sobre el verde y en los banquillos, además de un profundo arraigo en Gijón.
Desde 2006, Manolo Preciado fue grabando su nombre con letras de oro en la historia del club, con un destacado ascenso a LaLiga Santander en la 2007/08. Aquel salto a la élite vino acompañado de cuatro mágicas temporadas entre los mejores de España. Una etapa que nadie olvidará y que tuvo su punto y final en 2012, cuando fue cesado del banquillo gijonés.
Poco después, la vida le arrebató esa sonrisa y esa pasión que derrochaba donde estuviera. Un mito como Manolo Preciado nunca se olvida.