Damián Pérez aterrizó en Gijón este pasado verano para reforzar el lateral izquierdo del Sporting. Con su llegada se generaron algunas dudas al no conocer al futbolista ni su trayectoria. Su complicado paso por San Lorenzo pesaba, pero el argentino ha demostrado ser un luchador y un currante sobre el terreno de juego.
Damián empezó pronto a despuntar en el fútbol, en especial en el Arsenal de Sarandí de su país. Con el Arsenal debutó en la primera argentina en 2008 con 19 años ante River Plate.
En sus inicios se mostraba como un jugador ofensivo de banda, con profundidad y capacidad para colgar balones. Su perfil sacrificado y combativo hizo que poco a poco le fueran situando más atrás, en la posición de lateral. Con el Arsenal de Argentina ganó el Torneo Clausura, la Copa Argentina y la Supercopa de su país en el año 2012.
Su buen rendimiento con el Arsenal de Sarandí, le llevaron a firmar por Vélez para la temporada 2015-2016, uno de los clubes históricos de argentina. Tras los éxitos en su anterior etapa, y sus buenas actuaciones, no encontró su sitio en su nuevo destino, donde le costó jugar y encontrar su mejor nivel.
Por ello, tras estar un año en Vélez puso rumbo a México para unirse a las filas del Tijuana. En el club mexicano rindió a gran nivel. Se hizo dueño del lateral izquierdo y por momentos se le vio también jugando de banda. Su buen rendimiento llamó la atención de un club potente en Sudamérica, el Coló Coló chileno.
Damián se unió al conjunto chileno en 2018. Tras dos años en México quería dar el salto a un equipo grande. Colo Colo le daba la oportunidad al lateral zurdo de disputar la Copa Libertadores, al mismo tiempo que experimentaba una liga física y dura como es la chilena.
Damián no tuvo continuidad, llegó a disputar 16 partidos, entre ellos los de Copa Liberadores, pero sin éxito. De ahí decidió volver a su país firmando con San Lorenzo el pasado mes de enero, donde tampoco encontró su sitio.
Tras llegar a entrenar al margen y no contar para el primer equipo, se desvinculó del club argentino. No se dio por vencido y siguio entrenando por su cuenta para estar listo ante la llamada de otro club. El Sporting de Gijón apareció en escena y el argentino no lo dudó. Su aventura europea comenzaba.
Desde sus inicios nunca lo ha tenido fácil. Damián siempre ha tenido que pelear para demostrar su valía. El trabajo y el sacrificio no se negocian para él. Debutó en 2008 tras entrenar duro y trabajar más que nadie, siendo un gran profesional.
En las etapas más duras para él, Vélez, Colo Colo y San Lorenzo, nunca se vino abajo. Siguió luchando pese a las críticas o las dudas puestas sobre él. Su dedicación fue máxima y nunca dio problemas dado su carácter y actitud.
Un jugador sin miedo a los nuevos desafíos, a probar cosas diferentes en otras ligas y retarse a sí mismo con nuevas aventuras. Por eso no dudo en venir a España, a un club como el Sporting para subir al equipo a la máxima categoría del fútbol español.
Desde su llegada al rojiblanco no ha parado de demostrar su compromiso. Se quedó en Gijón para hacer la pretemporada con los de Mareo, perdiéndose el nacimiento de su hijo y estando lejos de su familia. Quería estar a tono y adaptarse lo mejor posible al equipo para convencer a José Alberto. Una difícil decisión que demuestra, una vez más, las ganas por mejorar que tiene el argentino.
Una muestra de compromiso máximo con su trabajo, una dedicación incuestionable para un jugador que ha luchado para seguir creciendo pese a las adversidades o las críticas. Un futbolista con un solo objetivo, triunfar en el Sporting.